Los censores deben saber que las opiniones críticas respetuosas con los derechos fundamentales no pueden ser censuradas.
Con las elecciones en el punto de mira, una amiga que colabora ocasionalmente en un periódico de tirada nacional me expresa su frustración y desconcierto por la censura que ha sufrido el último artículo que ha enviado, donde la crítica al poder brilla con luz propia, de la misma forma que luce el escrito por su coherencia, sinceridad, compromiso, respeto y buena pluma de la opinadora.
Es lógica la desilusión que embarga a esta amiga porque no es fácil comprender el cerrojazo sufrido ni las explicaciones dadas, en una democracia que se supone consolidada en el marco constitucional que ampara la libertad de expresión en su Art. 20, reconociendo el derecho a expresar y difundir libremente pensamientos, ideas y opiniones, prohibiendo restringir este derecho con la censura previa, siempre que se respeten derechos fundamentales, como el honor, la intimidad, la imagen y la infancia.
Es hora de distinguir entre el editorial de un periódico y los artículos de opinión que envían sus colaboradores. Por eso, muchos diarios insertan una nota advirtiendo a los lectores que el director y equipo de redacción del mismo no se hace responsable de lo expresado por los columnistas en sus artículos de opinión, ni comparten necesariamente lo que en ellos se dice.
El único responsable de los artículos de opinión es el propio opinador, que pone su foto y firma el artículo, al que solo puede pedírsele lo ya advertido, inherente al respeto personal, pero nunca la renuncia ideológica y el espíritu crítico, admitiendo que todo pensamiento es discutible, algunas actitudes censurables, ciertos comportamientos vituperables, muchas palabras reprobables y todas las mentiras condenables.
El columnista ofrece su punto de vista sobre aquello que le place, en ocasiones contrario a la postura institucional expresada por el periódico en sus editoriales, siendo el opinador responsable de las reflexiones personales que expresa, buscando la complicidad de los lectores con las subjetivas ideas que hace públicas. Pero nunca deben prevalecer los criterios empresariales y las subvenciones por encima de la libertad de expresión.
Los que vertemos semanalmente nuestros pensamientos y sentimientos en esta ventana digital, gozamos el privilegio de colaborar con un periódico abierto, libre, independiente y plural, que nos permite escribir los artículos con la seguridad de que no serán censurados por motivos personales, presiones internas o intereses comerciales.
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