Dicen que los peces, pobrecitos, únicamente tienen una memoria que escasamente supera los treinta segundos. Algo que hace de los vertebrados acuáticos un paradigma de lo bobalicón, un animal insustancial marcado por su limitación retentiva. Algo similar a lo que parte de la política local aplica al electorado charro en estos primeros días de encarecida solicitud de voto. Y aunque parezca hasta dura esta afirmación, es la sensación que tengo.
Alguna vez ya me he revelado desde este desahogo semanal contra ese tufillo de tomar al respetable por tonto, pero ahora me encuentro que encima nos intentan vender lo mismo varias veces. Mi cometido no es tirar de hemerotecas, ni hacer una comparación exhaustiva de que nos prometían hace cuatro años y lo que ahora plantean. Pero creo que no me equivoco al escribir que esta película ya la había visto antes, parece que tengo poco de pez ?
Dicen que las elecciones no las ganan nadie, sino que las suele perder quien gobierna. No me cabe la menor duda que quien tiene el poder en su mano atesora a priori cierta facilidad para continuar subido a lo más alto del cajón. Eso si la posición está bien administrada, porque de ser así trae consigo dos herramientas fundamentales para alcanzar el éxito electoral: Conocimiento de la realidad y hechos, que aparte de ser amores dan credibilidad. Pero estar en lo más alto puede volverse en contra cuando las credenciales tras cuatro años no cumplen expectativas y el conocimiento torna en espantada lo que debería ser acercamiento.
De momento y en estos cuatro días de campaña sigo viendo lo mismo, un panorama gris y frustrante, muy poco ilusionante. No me resigno a pensar que en parte pueda corresponder a una ciudad y una provincia que palpita a intervalos y donde el perfil bajo generalizado responda a una mansedumbre estudiada para que ciertas cosas sigan como siempre y no se abra esa autovía que nos ponga donde nos merecemos. No voy a hablar de eslóganes hechos por el enemigo u otros que caen en evidencias parvularias, porque todo me sigue sonando un poco a lo mismo de siempre.
Como ven, no tengo nada de pez. Así a bote pronto no es la primera vez que escucho y leo, a un doblemente candidato popular, hablar de jóvenes, de empleo, de favorecer inversiones, de personas, hospital clínico? Una cantinela vaga, difusa, algo repetitiva, que tiene más de munición para el adversario que de portón esperanzador para el futuro. Y yo al menos en estas épocas soy más de hechos consumados y futuros valientes.
Tampoco me extraña la llamada del candidato popular al voto azul apelando a eso del salto al vacío frente a una discutida solvencia. O el antiguo, y ahora tan de moda, mantra de argumentario pobre por el que primar esa experiencia, que en algunos casos ha necrosado al partido popular, frente a los experimentos que muchas veces han servido para avanzar y cortar de raíz enfermedades especialmente persistentes. Y me resulta llamativo, porque yo sí que recuerdo, no como los peces, ese bendito ejercicio empírico que por ejemplo ejecutó la sociedad española e hizo del partido popular un partido mayoritario y de gobierno, o que incluso permitió al hoy primer edil charro gobernar su ciudad. Hay que ser cautos porque parece más que cierta esa posibilidad demoscópica de que igual quien ahora pide el voto ninguneando contrarios, tenga que jugar al quimicefa el 25 de mayo con alguno de esos advenedizos y tirar de matraces, buretas y pipetas para intentar salvar los muebles. Personalmente pienso que es curioso criticar el experimento externo cuando uno está en el continuo ensayo interno.
La ciudadanía cada vez tiene más memoria, y por si no lo sabían lo del pez es un vulgar mito. Estoy convencido que a medida que se acerque la fecha y avance la demoscopia, los ases fluirán bajo la manga y los conejos saldrán de las chisteras ? Quedan doce días . Creo que en términos generales Salamanca se merece más nivel y menos comida para peces.
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