La encuesta de población activa publicada recientemente por el Instituto Nacional de Estadística (INE) pone de manifiesto que el desempleo está asociado a la falta de formación y capacitación profesional. Los resultados son significativos, la tasa de paro en los colectivos con formación básica es del 31% y si además no existe formación específica ésta se eleva al 39%. La otra cara de la moneda, lo constituyen los sectores con formación, capacitación y educación superior dado que son los que menos desempleo presentan, con una tasa media del 23%. Sólo los arquitectos superan esta media por su relación directa con la construcción.
Este ámbito laboral ha sido nocivo para muchas familias, en primer lugar, porque muchos de sus miembros abandonaron los estudios antes de estar preparados para los cambios y retos que la sociedad del Siglo XXI demanda. En segundo lugar, porque supuso un gran negocio para unos cuantos y un gran fraude para la clase media que se soportó y soporta aún hoy hipotecas de construcciones sobrevaloradas.
Ante esta situación cabe preguntarse, ¿para qué han valido las numerosas reformas educativas llevadas a cabo en nuestro país? Para bien poco. Por tanto, se necesita buscar un Consenso Nacional en Educación sin más demora y recuperar los valores del esfuerzo frente al dinero fácil y el subsidio o renta básica. Ésta debe ser una medida extraordinaria para aquellas personas que no pueden trabajar debido a una enfermedad, accidente o discapacidad; pero no para aquellos que pueden pero no quieren.
No será que nos estamos olvidando de la finalidad última de una Sociedad avanzada y moderna como es la reducción de desigualdad, la mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos y la búsqueda de la equidad y la igualdad de oportunidades basada en el mérito y el esfuerzo. Y para esto, la Educación juega un papel fundamental por su labor continua de transmisión de información, formación y capacitación profesional. Así como aportando valores para la convivencia tranquila y sensata basada en el respeto, la tolerancia, el compromiso y la justicia social. Todo esto hace que las sociedades funcionen y sean sostenibles. Porque cuando se avanza en estos términos, la sociedad progresa en innovación, modernidad y sostenibilidad. Y cuando esto se alcanza, existen razones para estar satisfechos como personas y como profesionales por lo que se aporta y, según cada situación personal y familiar y las circunstancias y el azar, por lo que se recibe a cambio.
La Educación es, por tanto, el pilar fundamental que hace que los individuos lleven un estilo de vida adecuado a su tiempo y a sus circunstancias y, que utilicen el sistema nervioso central para responder a los retos del día a día. Cuando éstos son inasumibles y sobrepasan la capacidad de intervención individual y/o familiar, los mecanismos sociales intervienen por solidaridad y compromiso (Seguridad Social).
Por todo lo expuesto anteriormente, la Educación es y debe ser el elemento básico y transversal sobre el cual se construya una sociedad avanzada y moderna.
JAMCA
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