¿Acaso no hubo identidad antes de los selfies, los perfiles, los estados digitales del muro, los emoticonos y otras lindezas fugitivas y fragmentarias entre las redes y marañas que pretendidamente nos identifican?
Como si antes de facebook los libros no hubieran tenido rostro?
De entre los libros, este que me ayudó a mantener el tipo aquel caluroso verano de mi primer suspenso en mates para septiembre, aquel otro que escondía en un cajón destartalado de la biblioteca del internado porque las monjas no me dejaban leerlo, el que fue mi primero de poemas, García Lorca, o tal vez León Felipe, ya no me acuerdo, los confundo, ambos sin "nihil obstat" ; aunque eran del maestro de pueblo (de sus tiempos del seminario), con el que repasábamos latín en los primeros años del bachillerato?
Y así, de entre los libros, "ex libris" , algunos que han venido anidando en mi biblioteca real, pero sobre todo los que han tejido la memoria de mi vida lectora, aquella de mi juventud más joven.
Biblioteca y biografía se confunden, se mezclan, se solapan y se desencuadernan entre subrayados, dedicatorias, anotaciones en los márgenes, laberintos, criptogramas. Dicen o callan, fingen, ocultan, desvelan el tiempo en el que fui escribiéndome, definiéndome, preguntándome, a mí y a los otros?
Entre los libros, cartas de papel, tarjetas postales descoloridas, o pequeñas fotos con las esquinas rotas marcando una página, una ausencia, un aprendizaje feliz, un desengaño; trazos de autocomplacencia, ensayos de firmas y signaturas, números de teléfono olvidados. Ex libris, entre ellos, entre tantos, el libro de cuentos, el que lo fue de cabecera, con el canto deshilachado?, o el que yo misma cosí con media docena de cuartillas amarillentas cuidadosamente plegadas y enhebradas de citas y aforismos que extraía de mis lecturas y copiaba a pluma estilográfica.
El primer bilingüe, como el Canto a mí mismo de Whitman, todos aquellos libros, ex libris: mapa imaginario y descolorido de dobleces, o arrugado de lluvias impertinentes, mapa interior, como en espejo, que me lleva y me distrae y me retorna a mi propia marginalidad indescifrable, o al interlineado interpersonal, cruce de caminos borrados de quien me prestó ese libro, de quien no me devolvió tal otro. Vuelvo sobre mis pasos desdibujados, tachados, calcados, rectificados; ex libris: índice de la vida vivida, soñada, deseada o la que nunca fue.
Geografía interior de auto diseño, clausura sin cerrojos, de tapas blandas, y vuelta a inventar, empecemos de nuevo, con esa lúcida ceguera del maestro Borges: " que otros se jacten de las páginas que han escrito, a mí me enorgullecen las que he leído".
Fotografía: Hipólito Martín
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