El presidente de la Junta ensalza la figura de Santa Teresa de Jesús en un discurso en el que también ha defendido "el Estado Constitucional de las Autonomías como piedra angular de la convivencia democrática"
"Experiencia y maestría. Compromiso y ejemplo que hoy la Comunidad quiere reconocer en los Premios Castilla y León que presiden este acto institucional". Palabras del discurso del presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, en la entrega de los XXXI Premios Castilla y León. Acto institucional en el que el presidente ha invitado a reflexionar "sobre la necesidad, ahora más que nunca, de ejercer las responsabilidades públicas que tenemos cada uno de nosotros, por supuesto cada cual en su respectiva función democrática y papel social, pero intentando siempre trabajar más unidos, conciliar nuestras diferencias desde el mayor respeto, y marcarnos el bien común como fundamental objetivo". "Sin olvidar nunca la actitud humilde de conocer nuestras limitaciones y reconocer nuestros errores. Pero con la valentía de buscar en los demás las ayudas necesarias, de rectificar para acertar, de asumir todas nuestras responsabilidades, y de seguir siempre adelante."
"Creo que la misma sociedad", añadió, "a pesar de sus acelerados cambios, nos está exigiendo un esfuerzo renovado en el que apliquemos muchas de las fórmulas que al inicio de esta etapa se demostraron tan válidas y acertadas. Nos reclama diálogo".
Santa Teresa de Jesús
La figura de Santa Teresa de Jesús, en el V Centenario de su Nacimiento, ha guiado el discurso del presidente Herrera en la entrega de reconocimientos a los premiados, ensalzando todo lo que representa y sigue representando.
Discurso íntegro del presidente de la Junta
Queridas amigas y amigos:
En esta víspera de un nuevo 23 de abril, Fiesta de la Comunidad, acabamos de entregar los Premios Castilla y León, que reconocen el mérito y el ejemplo de un grupo de ilustres paisanos, a quienes expresamos nuestra mayor felicitación y agradecimiento.
Como en ocasiones anteriores, esta celebración viene a coincidir con una de esas conmemoraciones de singular importancia que se suceden en una Comunidad histórica y cultural como es la nuestra. Este año 2015 se trata del V Centenario del nacimiento de Teresa de Ávila. Una figura estrechamente vinculada a esta tierra que la vio nacer y morir. Y que hoy es una referencia universal en los ámbitos de la historia, la religión, la cultura, la literatura y el humanismo.
Mujer sin duda adelantada a su tiempo. Y dueña de una personalidad fascinante, manifestada en múltiples dimensiones: poeta y mística, psicóloga y pedagoga, líder y emprendedora. Su vida y su obra hacen de ella una figura excepcional. En la que cabe destacar su activa voluntad de renovación. Su gusto por el trabajo bien hecho. Su rechazo de la mediocridad. Su sentido práctico, en el que hasta las experiencias místicas tienen carácter dinámico. Y siempre, su humildad y sencillez.
Como escritora genial y fecunda, sus obras están entre las mejores de la literatura en castellano. Se siguen leyendo después de siglos, porque mantienen la misma frescura. Brillante escritora de imágenes, no se puede evitar una honda emoción ante lo que nos dice. El mismo Fray Luis de León no duda en reconocer el "fuego que enciende con sus palabras en el corazón que las lee".
A una figura universal como Teresa corresponde una celebración universal, que va a extenderse este año a más de un centenar de países de todo el mundo. Pero que sobre todo va a ser un gran eje de la vida cultural y social de Castilla y León, con actividades en más de 250 de nuestras ciudades, villas y pueblos. Y con la edición extraordinaria de "Las Edades del Hombre" en Ávila y Alba de Tormes como principal reclamo y referencia.
Teresa de Jesús supo reflejar en su vida y obra una parte muy importante de los valores y el alma de esta tierra. Aquí transcurrió buena parte de su andariega empresa. Nueve de sus diecisiete Fundaciones dan testimonio de ello. Su huella ha quedado profundamente impresa en nosotros. Se refleja en un cariño y devoción especial hacia su figura, y en el importante patrimonio asociado a ella. Yo mismo quiero apoyarme hoy en la guía de sus palabras a lo largo de esta breve intervención.
Queridas amigas y amigos:
Hace un año compartíamos la esperanza de alcanzar pronto un horizonte más abierto y un tiempo nuevo de recuperación. Hoy, aunque muchos datos y previsiones nos indican que estamos recorriendo ese camino, quiero reiterar en este acto mi sincera convicción de que ninguna estadística, pronóstico o cuadro macroeconómico puede hacernos olvidar dos realidades fundamentales.
La primera es que honestamente no podremos hablar con respeto de esa recuperación y crecimiento hasta que tantos paisanos nuestros que hoy carecen de un puesto de trabajo tengan la oportunidad de alcanzarlo. O hasta que todos los que están en riesgo de exclusión o tienen sus necesidades vitales amenazadas vean garantizado su bienestar personal y familiar. Será entonces, y sólo entonces, cuando aquellos términos tengan un sentido justo y real.
La segunda es que este mejor momento actual no es fruto de la casualidad. Como la propia Teresa de Ávila afirmaba, "no es bien esperar milagros". Y la mejora paulatina de la situación no es, en efecto, fruto de ningún milagro, sino del esfuerzo y sacrificio continuado de todos y cada uno de los castellanos y los leoneses. Como siempre, en ellos está nuestra más sólida esperanza como proyecto colectivo. Castilla y León sólo se entiende desde la esperanza en sus gentes y desde la esperanza de sus gentes. La nuestra debe ser una tierra esperanzada y de esperanza.
Por eso, cuanto mejoremos siempre será fruto de cada trabajador que acude a su empresa afrontando las incertidumbres sobre su futuro. De cada comerciante que sube por la mañana la persiana de su tienda. De cada empresario que lucha para sacar adelante su proyecto y a quienes colaboran con él. Del esfuerzo de cada agricultor ante los riesgos que dictan el sol y la lluvia.
Será fruto de la solidaridad de tantas familias y personas ante las situaciones de necesidad. De la dedicación de los servidores públicos que, también en momentos muy difíciles para ellos, hacen posible que nuestros hijos sigan recibiendo una educación de calidad, que nuestros enfermos dispongan de una buena atención sanitaria, y que nuestros mayores o dependientes tengan los mejores cuidados.
Nuestra sabia Teresa decía que "no hay cosa que más importe que la humildad", y que es "una gran virtud tener a todos como mejores que nosotros". Certeros consejos a los que siempre es oportuno acudir, especialmente desde las responsabilidades públicas. Humildad, ante todo, para reconocer y valorar la importancia esencial de las personas, de cada persona, y el imprescindible protagonismo que siempre tendrá su iniciativa, y con ella la iniciativa de toda una sociedad activa.
Porque sólo una sociedad dinámica y concienciada es la auténtica garantía de futuro para nuestra convivencia en libertad y democracia. Y, dentro de ella, como su auténtico nervio vital, no debemos cejar nunca en el reconocimiento de los mejores. De sus miembros más innovadores y comprometidos, a los que también se dirige desde la historia nuestra Santa, que quiere "mucho avisar de que miren no escondan el talento", porque "en todo es menester experiencia y maestro".
Experiencia y maestría. Compromiso y ejemplo que hoy la Comunidad quiere reconocer en los Premios Castilla y León que presiden este acto institucional.
Para Teresa de Ávila, los buenos libros "son alimento para el alma, como la comida lo es para el cuerpo". Ella misma fue escritora de expresión viva, resuelta, elegante, sin adornos. Por ello g