Multitudinaria y veloz procesión del Silencio con saeta incluida

La noche del Jueves Santo está reservada como siempre en Ciudad Rodrigo para la solemnidad y majestuosidad del Santísimo Cristo de la Expiración, que fue sacado en procesión por la Cofradía del Silencio en medio de una gran expectación, y con una climatología perfecta.

En el arranque, la Plazuela de Cristóbal de Castillejo se quedó pequeña para asistir a uno de los momentos más esperados, en el que la imagen del Cristo es colocada en la carroza. Varios cofrades se encargaron de sacarla de la Iglesia de San Pedro-San Isidoro y llevarla hasta las puertas de la vivienda a cuyas puertas es enganchada con cuerdas, subida un par de metros, y posteriormente encajada en la carroza.

Una vez el paso estuvo listo, el capellán de la Cofradía, Ángel Martín Carballo, realizó una alocución, como previo a la Promesa de Silencio, en la cual todos los cofrades prometieron guardar silencio durante su recorrido por las calles mirobrigenses.

La Cofradía realizó un largo trayecto en lo que a número de calles se refiere (pasó por Plazuela Cristóbal de Castillejo, San Juan, Colegios, Velayos, Sánchez Arjona, Plaza del Castillo, General Pando, Colada, Plaza Mayor, Rúa del Sol, Muralla, Campofrío, Madrid, Plazuela del Conde, Cáceres y Avenida de Yurramendi), pero a la par fue muy veloz, alcanzando la Catedral de Santa María en apenas hora y cuarto.

Al ser una Cofradía con un alto número de cofrades (hay apuntados unos 485 en estos momentos), el paso de la procesión dura varios minutos pese a la rapidez con la que desfilan. Como novedad respecto a otros años, los cofrades lucieron unos nuevos guantes con el anagrama de la Cofradía.

La circunstancia más destacada de la procesión fue la interpretación por parte de Lauren Risueño -acompañado de un redoblante- de una saeta, justo en el giro de la calle Campofrío con la calle Madrid (Lauren Risueño estaba situado en los primeros escalones del acceso a la muralla). Aunque se había avisado para que la procesión se detuviera justo en el momento del canto, la comitiva no paró. Ello hizo que Lauren Risueño acabara de cantar cuando el paso ya había desaparecido de su vista.

Una vez la procesión terminó de pasar por ese punto, el público le dio una gran ovación. Precisamente, esta fue una de las tónicas del desfile: nada más pasar por cada punto, empezaba a surgir un gran bullicio (por ejemplo, en la Plaza Mayor), que 'afectaba' a la parte trasera de la comitiva.

La procesión finalizó con el rezo de un Padrenuestro en la Plazuela de Herrasti antes de introducir la imagen del Santísimo Cristo de la Expiración por el Pórtico del Perdón de la Catedral de Santa María.