Estos días el nombre de Cáritas ha saltado a la palestra de la actualidad, porque determinados políticos, para tratar de justificar lo injustificable y para tratar de disimular sus vergüenzas, no han tenido empacho alguno en utilizar su nombre en vano, además sin ningún escrúpulo. Pues nos está tocando vivir en un tiempo del todo vale, con tal de mantenerse en el poder al precio que sea.
¿Cómo es posible que se pueda utilizar el nombre de Cáritas como se ha hecho? Vivimos en una sociedad que padece desde hace tiempo una enfermedad moral, pues todo se utiliza y se manosea, con tal de que con ello se consiga seguir en la poltrona de los cargos, del poder, de las influencias, de los privilegios.
Y entonces qué más da que las familias se queden sin techo por los desahucios, que un tercio de nuestros niños estén subalimentados, que haya pobreza energética o hídrica o sanitaria, que un sector de la población esté padeciendo tantas carencias y necesidades?
Precisamente, todos esos problemas, y algunos más, son los que está tratando de atender y solucionar Cáritas y otras organizaciones de objetivos parecidos; problemas ante los que quienes utilizan el nombre de Cáritas en vano poco hacen, si no es que, en buena parte, los provocan sus políticas.
Tengo amigos y conocidos ?profesores y profesoras jubilados algunos de ellos? que dedican una buena parte de su tiempo a colaborar con Cáritas, y con otras organizaciones del estilo. Podrían vivir cómodamente, pero prefieren, de modo callado y discreto, pero muy eficaz, entregar generosamente su tiempo y su existir a esa búsqueda del bien común, a esa atención de los eslabones más débiles y necesitados de la sociedad, sin pedir nada a cambio. Y esa utilización cínica y ladina de Cáritas en vano es como un insulto a quienes han optado por esa opción vital.
Cuando era niño y muchacho, al llegar la Semana Santa, en la que entramos, se hablaba, particularmente el Jueves Santo, del día del amor fraterno. Ay, si la fraternidad fuera un eje que la sociedad viviera como decisivo?, otro gallo nos cantaría.
Pero aquí solo parecen escucharse los cantos de los gallos falsos, de los gallos que no anuncian un tiempo nuevo, del que estamos tan necesitados como sociedad, sino que tratan, mediante cualquier procedimiento, de que nos pudramos todos en ese tiempo viejo que ya se hizo añicos, y que solo ha traído y está trayendo sufrimiento y precariedad a no pocos sectores sociales, a ese eslabón más débil, al que, precisa y generosamente, trata de atender Cáritas y todas las "cáritas".
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