Tirando del hilo de la (curiosidad) lectura

Tratamos de contarnos lo que pasó pero nuestras palabras se quedan cortas, y aprendemos, después de muchos fracasos, que la mayor aproximación a una versión veraz de la realidad sólo puede encontrarse en los relatos que nos inventamos.

El mundo nos da pistas que nos permiten percibirlo y nosotros lo ordenamos en secuencias narrativas que nos parecen más verdaderas que la verdad.

Alberto Manguel

Cuántas cosas quedaron por decirse en la conversación que el miércoles mantuvimos en la Biblioteca Pública Casa de las Conchas con el escritor Alberto Manguel, a propósito de la reciente publicación de su libro Una historia natural de la curiosidad.

Pero era natural que así ocurriese, cuando el texto que comentábamos en agradable charla contiene, en sus más de quinientas fascinantes páginas, cientos, miles de otras a las que, como buen lector, nos remite siempre este enorme escritor.

Tiempo hubo después, y a cuatro voces, entre sopas de ajo y verduras a la plancha, para seguir tirando del hilo, poniendo sobre la mesa historias, anécdotas, autores, lecturas que contiene la afortunadamente inacabable conversación de este singular lector.

Pero no me resisto a comentar con todos ustedes algunos párrafos, donde con mayor placer e intensidad me he dejado imbuir por lo que se decía, encontrando en ellos, un hermanamiento de ideas que a veces se da entre los lectores.

Tanto más, si por esos azares que pueblan nuestro caos, al que tratamos de domeñar con las palabras, descubres gratificado que el título de esta sección semanal Tirando a citar, tiene que ver, en cierto modo, con la forma de "trabajar " de este ensayista, novelista y crítico literario. Lector que privilegia a sus lectores, que pasea su ciudadanía canadiense, junto a su argentinidad habitando, por el momento, tierras galas, y que, además, una de las tesis principales de su libro, recoge la etiqueta que subtitula mis textos: más preguntas que respuestas.

Esto no tiene nada de particular, me refiero a lo de las preguntas sin pausa, nos ocurre a todos los humanos en mayor o menor medida. Otra cosa sería el afán de "fijar" ciertos textos que nos han conmocionado, mediante su cita, verbal o escrita, buscando el hermanamiento con ellos.

Su nuevo peregrinaje libresco, de la mano del divino poeta y su Divina Comedia, sus 17 "cantos" que conforman su natural curiosidad, intentando dar respuestas para acercarse a nuevas preguntas, creando su personal cartografía, se ofrecen generosamente a sus lectores en este inagotable libro.

Cuando, por ejemplo, "ausculta" las palabras de los autores: Dante, siguiendo a Aquino, quien a su vez sigue a Aristóteles, también Hume y los enciclopedistas, para significar la curiosidad y pergeña reflexiones de esta luminiscencia: Como una inversión de la ley de la gravedad, la curiosidad hace que nuestra experiencia del mundo y de nosotros mismos se eleve con cada pregunta. La curiosidad nos ayuda a crecer.

Y va más allá:

La gran búsqueda que comienza en la mitad del viaje de nuestra vida y termina con la visión de una verdad que no puede expresarse en palabras está plagada de interminables distracciones, desvíos laterales, recuerdos, obstáculos intelectuales y materiales [?] Preguntar con el objeto de saber por qué o de saber cómo, cuestionar dentro de nuestros límites lo que una sociedad considera permisible o buscar respuestas fuera de esos límites, dificultan y al mismo tiempo impulsan cada una de nuestras búsquedas. [?] ¿Es esta la razón, quizá, de que, de todos los modos posibles que nos ofrece el lenguaje, el natural es el interrogativo?

Entonces, nos preguntamos con él, cuál podría ser la preciosa herramienta que nos ayudara a abandonar el "bosque", al igual que hace Dante en su camino: Para entender qué es lo que nos preguntamos, disfrazamos nuestra curiosidad con narraciones que ponen esas preguntas en palabras y las abren a nuevas preguntas. En este sentido, la literatura es un diálogo continuo.

Así parece ser. Y esa conversación continua conviene ejercitarla, porque la imaginación humana es un instrumento de supervivencia, como demuestra la teoría de Darwin, al que también cita el autor.

O menciona a su querido profesor Lerner cuando hablaba del arte de enseñar: hay que generar un espacio de libertad mental en el que [los alumnos] tengan la oportunidad de ejercitar la imaginación y la curiosidad, un lugar para aprender y pensar. Y que Simone Weil "destila" precisando: la cultura es la formación de la atención.

Nos decía Manguel en su conversación del miércoles pasado, que al igual que había vertebrado su ensayo sobre la Divina Comedia, podría haberlo hecho mediante los Ensayos de Montaigne, comentando que el texto del gran autor de Burdeos está más "pegado" a la tierra que el del florentino Aligheri. Lo que me llevó a recordar las palabras que cita Manguel de Rabelais: los grandes tesoros y las cosas admirables se encuentra bajo tierra. No sin razón. Y que interpreta diciendo: Y la recompensa de nuestra curiosidad no consiste en mirar hacia arriba, en dirección al Cielo, sino hacia abajo, hacia la tierra.

Entonces, ¿por qué decidió elegir a Dante y sus Cantos?

Manguel nos contó que él suele leer a diario uno de ellos, y que esa lectura le procura distintas reflexiones que anota en el cuaderno correspondiente que tiene para cada Canto.

Esta confidencia sobre sus "abluciones lectoras" de la mano de La Divina, me han "trasladado" al capítulo donde se pregunta ¿Cómo vemos lo que pensamos?, y allí nos encontramos con la siguente afirmación: Sabemos que el lenguaje es la más eficaz de nuestras herramientas para comunicarnos pero, al mismo tiempo, un impedimento a la comprensión plena. De todas maneras, como aprende Dante, es necesario atravesar el lenguaje para llegar a aquello que no puede ponerse en palabras.

Acogiéndome a las palabras del filósofo Isaac Abravanel (uno de los muchos y subyugantes personajes aparecen en el libro) cuando habla de las diferencias entre el Autor como autor y el lector como autor, y amparándome también en mis derechos de autoría lectora, tengo para mí que Alberto Manguel decidió hacer gravitar su ensayo sobre La Divina Comedia por su "carga poética", por su seducción metafórica.

Pero esto sólo se lo podré preguntar la próxima vez que conversemos, quizá leyendo su próximo libro o volviendo sobre alguno de los ya publicados, o frente a unas verduras a la brasa y unas buenas sopas.