BÉJAR | El colectivo entrega su séptima foto-denuncia sobre el deterioro que sufre el jardín renacentista ante la pasividad de las administraciones
Desde la Plataforma en Defensa del Bosque de Béjar (PDBB) vienen denunciando la ausencia de agua en la Regadera de este jardín. Consideran que el agua es el elemento esencial que articula toda la villa renacentista y siguen pidiendo al Ayuntamiento que actúe para que el agua vuelva a fluir, tal y como lo ha estado haciendo desde hace 400 años.
Como una regadera?
Exactamente así, como una regadera y no como el bebedero de patos que parece hoy, es como quiere ver la Plataforma para la defensa de El Bosque esta obra hidráulica de mediados del siglo XVI, sin la que nuestro preciado BIC-Jardín Histórico carecería de su principal atractivo: el agua.
La regadera de El Bosque es probablemente la estructura más antigua que se conserva en esta villa de recreo, pues aparece documentada en 1555, cuando ya estaba construida y, por lo mismo, causaba perjuicios sobre el derecho público al uso de las aguas. El estado de los "buenos hombres pecheros" (aquellos que pagaban impuestos) llevó entonces a pleito a sus duques, ante la Chancillería de Valladolid, por una larga serie de agravios entre los que se contaban tres referidos a El Bosque: la apropiación de un terreno comunal llamado Prado San Juaniego (finalmente incorporado a la villa), la creación de un parque cinegético para gamos y ciervos que eran cebados con el impuesto en especie aportado por los vecinos (y no en especie de cualquier valor, sino en fanegas de castañas que eran para muchos de ellos su principal alimento) y el asunto que protagoniza nuestra foto denuncia nº 7: la desviación de las aguas del Arroyo del Oso desde la sierra hasta la propiedad ducal a lo largo de más de 3 km. En la argumentación inicial de este largo pleito, los letrados de la duquesa trataron de negar la construcción ex novo de aquel cauce aduciendo que aquél era "su curso antiguo e natural", aunque finalmente hubieron de admitir que por orden del duque y "a mucha costa abrieron zanjas y caminos para conducir las aguas al Bosque". La regadera dataría, por tanto, del período ducal de Teresa de Zúñiga (1531-1565), pero con anterioridad al pleito, lo que permite suponer que antes de 1555 ya se proyectaba la ampliación del estanque primitivo (construido por iniciativa del duque anterior, Álvaro II) y la creación de espacios irrigables bajo la presa. En el ducado siguiente, bajo Francisco II (1565-1591), se vuelven a documentar tanto la presa de captación como la propia regadera, con motivo de varias denuncias y providencias ducales de 1567 y 1568 sobre "la conservación del agua del Vosque y las penas que se deven llebar a los que la tomaren", en defensa de un derecho que aún estaba pendiente de sentencia (el pleito se falló a favor del duque nueve años después Eajo Francisco II (1565-1591. encial para su conservaciados por el temporal, en cumplimiento de sus obligaciones como guarda pr). Sería su hijo y sucesor, Francisco III, quien añadiría un nuevo uso industrial a estas aguas al conducirlas hasta el Tinte del Duque desde 1592, con la regadera en paralelo a la alameda del Camino de El Bosque (hoy calle de Ramiro Arroyo).
Las siguientes noticias de interés sobre esta obra hidráulica, clave para la pervivencia de la villa de recreo, se refieren a su limpieza y desarenado y datan de mayo de 1618, con motivo de los destrozos causados por la histórica "riada de San Policarpo", también en enero de 1626 ?por otro temporal? y en la primavera de 1632, cuando el bosquero Juan del Rey procedió a "correr la regadera" y a consignar las infracciones por desvío o rotura, en cumplimiento de su obligación como guarda principal de El Bosque (figura esencial para la vigilancia, conservación y mantenimiento de la villa que es preciso recuperar). Del siglo siguiente destacamos el régimen disciplinario contra los vecinos que regaban sus heredades sin licencia de la Contaduría ducal (octubre de 1744) y la regulación de los turnos de riego según un estricto calendario aprobado en abril de 1750, prueba del celo con que el duque seguía ejerciendo la defensa de sus derechos. Nuevos conflictos se sucedieron en el siglo siguiente (pleito de Pedro Antonio Olleros, de 1815, como usufructuario de El Bosque, entre otros) hasta llegar al siglo XX, cuando los propietarios llegaron a pleitear contra un vecino que robaba el agua a cubos en 1950.
Lo que nunca se había visto en esta historia centenaria de conflictos es el desistimiento actual, en pleno siglo XXI, sobre tal derecho por parte de sus titulares, la ausencia de vigilancia (o su inefectiva delegación en empresa ajena) y la inacción en cuanto a labores de conservación y mantenimiento, tanto más grave cuanto que es causa de perjuicio en un Bien público declarado de Interés Cultural, categoría que el Plan Director de El Bosque (2000-2001) hace extensible a la regadera. Así, los que pagamos impuestos ?"buenos hombres pecheros" de este siglo? exigimos de quienes nos representan como propietarios del Bien, la inmediata reparación de la regadera de El Bosque, la denuncia sobre quienes la destruyen o roban sus aguas (lo contrario es evidente connivencia) y la vigilancia policial periódica, por medios propios.
Plataforma para la Defensa de El Bosque de Béjar