Hace unos días, en Libia, fueron asesinadas veintiuna personas. Por desgracia esto no es noticia; tal vez por ello, y a petición de varios amigos, reflexiono en voz alta:
¿Fueron asesinados por ser pobres?. Los coptos, los cristianos coptos egipcios son unos cuantos millones de pobres, porque el Islam, en general, considera a los de otras confesiones religiosas como ciudadanos de segunda. Esas veintiuna personas habían emigrado a la peligrosa Libia para trabajar en la industria petrolífera y poder así asegurar el futuro de sus familias, pobres.
¿Fueron asesinados por ser egipcios? No necesariamente, aunque a estos de esa cosa que las autoridades antiterroristas no quieren que llamemos 'Estado Islámico', poco les importa de dónde son. No obstante, no podían obtener de ellos un rescate, pues eran pobres. ¿Por qué les han asesinados, entonces? Por una sola razón: porque eran cristianos. Son, por lo tanto, mártires, porque han muerto única y exclusivamente por odio a la fe.
Aplaudo al jefe del Estado egipcio que se ha escandalizado de que maten a veintiuno de sus ciudadanos, aunque no sean musulmanes, pero me gustaría que las autoridades religiosas musulmanas de Egipto, especialmente la Universidad de Al Azar, tal vez la institución educativa más importante de todo el mundo islámico, se definiera y condenara estos asesinatos. Dígase lo mismo de las autoridades religiosas sunitas de Siria o chiitas de Irak. Los cristianos sirios e iraquíes están siendo asesinados, robados, depredados, expulsados; la mayoría de ellos, los que han podido, para salvar la vida, han tenido que refugiarse en los países limítrofes o en la diáspora mundial donde se encuentran diseminados sus familiares. Doscientos o trescientos, no se sabe muy bien, han sido recientemente secuestrados en el Norte de Siria. No habrá paz en el Medio Oriente si no hay respeto a los cristianos, que viven allí desde siglos antes de que apareciera el Islam. Podrán expulsarlos a todos, matarlos, ningunearlos, pero entonces la violencia seguirá siendo una espiral diabólica que carcomerá ?seguirá carcomiendo- a buena parte de los pueblos árabes. Porque ya se está cumpliendo allí lo que profetizó Bertoldt Brecht: matan a quien se les ponga por delante.
Tampoco habrá paz si no se dan otras dos condiciones: una convivencia pacífica entre dos estados, Palestina e Israel, para lo cual deben cumplirse las resoluciones de la ONU e instaurarse cuanto antes el Estado palestino con todas las de la ley. La otra condición es que el wahabismo de Arabia Saudí y el integrismo chiita de Irán dejen de financiar y apoyar a estos grupos terroristas, o persigan a quienes los financian. Y no estaría de más que en Arabia Saudí, donde viven y trabajan en la actualidad millones de cristianos, se asegurase, por ley estatal, la libertad de estos cristianos para reunirse, edificar templos y otras instituciones que den cauce a la vida de estas comunidades cristianas. No hace falta que sean tan lujosos como la mezquita de la M-30, basta con sencillas capillas de culto libre y salas de reunión libre. No pido que sean financiadas con petrodólares, como las miles de mezquitas nuevas que están islamizando Europa, basta con que puedan existir por ley.
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