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Lorenzo Vicente, escritor y pionero en la denuncia de la corrupción a través de la prensa
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LA LOA DEL CUCO

Lorenzo Vicente, escritor y pionero en la denuncia de la corrupción a través de la prensa

Actualizado 20/02/2015

La loa del Cuco ¡Cómo está mi pueblo!, fue publicada en El Progreso de Salamanca el 20 de septiembre de 1885

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En el pueblo de Mogarraz, un joven hombre de 30 años o más bien, para aquella época, dejémoslo tan solo en hombre, maestro de instrucción primaria, escribió en 1885 una loa titulada ¡Cómo está mi pueblo!, parece que era aficionado a tales chascarrillos que se publicaban en periódicos, y se hicieron tan populares que se declamaban en tabernas e incluso fueron muy comentadas en determinados círculos de intelectuales de la capital salmantina.

Actualmente aún se recuerda la famosa Loa del Cuco, pues así apodaban a Lorenzo Vicente Criado, y aún los más viejos conocen algunos de sus versos, ya que esta composición se ha ido transmitiendo a través de la tradición oral del pueblo, pese a que fue publicada el 20 de septiembre de 1885 en el periódico El Progreso de Salamanca, al igual que antes había ocurrido con otros escritos suyos.

La obra es una sátira devastadora contra la política municipal del pueblo de Mogarraz de aquella época, contra los caciques, la corrupción, el nepotismo y la apropiación indebida de caudales públicos, un tema de antaño que sin embargo suena de actualidad en estos días. Él, valientemente, denunció lo que acaecía y las consecuencias que tenían tales prácticas para los vecinos: injusticias, desigualdad ante la ley y violencia continuada en el día a día del pueblo, llegando incluso al asesinato.

La publicación de esta loa tuvo para Lorenzo Vicente graves consecuencias, pues se presentaron denuncias contra él por quienes se sintieron aludidos en el escrito. Como era de suponer, fue condenado y su pena fue el destierro que cumplió en Llanes y en Jarandilla de la Vera, donde murió.

En honor a su recuerdo, transcribo la loa completa que también se ha trasmitido a través mi familia, no porque sepamos recitarla de memoria, sino porque Lorenzo Vicente fue mi bisabuelo, y siento un gran orgullo al pensar que desciendo de una persona tan íntegra y valiente que arriesgó su carrera y seguramente su vida, por defender en lo que creía.

En una publicación más reciente editada en el pueblo de Mogarraz, se dice de él que fue "pionero en la denuncia de la injusticia y un magnífico escritor, como se desprende del ingenio que rezuman estos versos y del hábil manejo de los recursos literarios de que hace gala".

Orgullosa por ser su descendiente y en recuerdo suyo y de mi familia paterna, transcribo la Loa del Cuco[Img #235308]

Fdo: A.V.G

¡Como está mi pueblo!

Allá en el sur de África,

según nos cuentan los geógrafos,

hay territorios habitados

por hotentotes, cafres y antropófagos.

Pues bien, en estos puntos,

ya sea el Congo, Hotentocia o Cafrería,

apuesto a que no pasan los asuntos

que pasan en mi pueblo cada día.

Yo soy de Mogarraz, hermosa villa,

del partido que llaman de Sequeros,

la mejor, sin disputa, de Castilla,

si no fuera, señores, por los peros.

En ella se disfruta

de la octaviana paz, sin tregua y sin tasa,

pero es el caso que, al volver la esquina,

en el hogar tranquilo de una casa

o en mitad de la calle se asesina.

Difícil es el día en que no hay quimera.

Aquí no sirven ya buenas razones:

unos llevan cuchillo en sus calzones

y otros llevan pistola entre la faja,

viniendo a dirimirse las cuestiones

tirando por lo menos de navaja.

Más, variemos de asunto,

que tengo que tratar de otros puntos,

y mi lector sabrá cosas tan graves

que parece mentira que en España

sucedan en los pueblos cosas tales.

La cuestión de justicia

a este pueblo sonríele propicia:

la razón debe darse a quien la tiene

y así sucede aquí, que en todo juicio

se le da la razón a quien conviene.

La gente así lo cuenta y yo lo digo,

y puedo comprobarlo con testigos,

y aunque sal al verdad tan enigmática,

debe ser así, máxime cuando

el juez es fuerte en lógica y gramática.

El asunto tercero es peliagudo:

de pensar sólo en él estoy que sudo.

No sé, lectores, como dar principio,

porque son estupendas las verdades

que voy a publicar del municipio.

Como me lo han contado te lo cuento.

Dícese que en aqueste ayuntamiento

había cerca de un millón de suministros,

abonarés o vales que volaron,

y sin saber por qué ni cuándo y cómo

de las arcas del pueblo se escaparon.

Esto está, según dicen, muy oscuro;

lo que voy a decir es más seguro,

y es que si sobran seis u ocho mil reales

de los fondos que son municipales,

como es tan ruborosa la moneda,

no la vuelven a ver ni los vocales.

En verdad que se tiene mayordomo

que no hace aquí el papel de Juan palomo,

porque nunca lo come ni lo guisa,

pues se coge los cuartos el alcalde

y aunque aquel le proteste y le suplique,

su protesta y su súplica es en valde.

Y ya sea el de este año,

o ya el del que pasó, o ya el de antaño,

es lo cierto que cada presidente

se queda con los fondos que han sobrado,

pues también se quedó su precedente.

Y con uno con tres o cuatro mil se queda,

y otro con diez o doce o lo que pueda.

No digo que ello hagan mal uso,

pero lo cierto que me da vergüenza

que cometan en mi pueblo tal abuso.

¿Y no ha de suceder, señores, esto

cuando tan dignos y elevados puestos

están hace mucho monopolizados

por unos ricos pobres que parece

que el bendito bastón han vinculado?

Si el padre lega al hijo la alcaldía,

este al final traspásala al cuñado,

se pasan dos años y entra el primo,

y otra vez el bastón vuelve al hermano,

estando, por tanto, una familia

haciendo ese negocio en esta villa.

¿Hay leyes?¿No hay leyes? Si las hay

y quieren que las guarde el inferior,

el modo mejor es el ejemplo

y cúmplalas también el superior.

Pues, según nuestra Ley Municipal,

en el artículo cuarenta y tres,

párrafo quinto, dice terminante

que nunca concejales pueden ser

los deudores de los fondos de los pueblos

por segundos deudores ser de ellos.

Hoy, lo más lejos, está aquí alcalde siendo

uno que fue en los años anteriores.

Miles al municipio está debiendo,

Más, como mandan los conservadores,

las leyes que ellos mismos decretaron,

ellos mismos también las falsearon.

Porque viene esto así desde el cincuenta,

que, si tengo yo cumplidos treinta,

sólo he visto que imperan ellos,

cometiendo no mil, dos mil abusos,

abusos que se puede decir de ellos

que son, en vez de abusos, atropellos,

pues si el gobierno quiere que sus súbditos

cumplan con el deber y lo mandado,

también es justo y es un deber de ellos

el mirar por sus pobres gobernados

y corregir abusos en los pueblos.

¡Desgraciado país! ¿De qué te sirve

que acudas, como es justo, en justa queja,

vayas al superior, le cuentes esto,

si mediante la pícara influencia

le vuelven a dejar en el mismo puesto?

¡Pobres pueblos!¡Pobres moradores!

Sin amparo, sin leyes que os protejan,

viendo que con abusos y atropellos

os ponen un dogal de hierro al cuello.

Y voy a concluir,

que nunca me ha gustado repetir

Más antes, en conciencia,

debo decir los males de mi pueblo,

las causas y también las consecuencias.

Se dice por doquier que Mogarraz

es un pueblo salvaje y criminal,

de lo más atrasado de la tierra

y que tenemos tan bárbaras costumbres

que se asesina ya estando a la lumbre.

Más?, ¿quién tiene la culpa de esto?

Yo lo voy a decir. Lector, escucha.

Al ver al uno rey y al otro siervo,

multar al pobre, nunca al rico,

hacer para unos blanco lo que es negro,

los unos arrasar todos los montes,

los otros no poder entrar en ellos,

hacen al pueblo estar de tal manera

que no pasa semana sin quimera.

Esto, junto a otras muchas injusticias,

con la poca equidad en los repartos,

ponerles pocas cuotas a los ricos,

recargar las del pobre y el mediano;

ponerles en consumos más personas

si son pobres y no son de su bando,

al rico suprimirle la criada,

que por una semana la han echado,

aprovecharse solo una familia

y echarle en lo posible a otra los pagos,

hacen estar al pueblo de tal suerte

que causa son y origen de más muertes.

Si, además, añadimos a los dicho

que, al haber una riña o pelotera,

la autoridad no sale de su casa

por no verse metida en quimera,

y, si es de día, va por otro lado,

y de noche no cuida ni se entera,

dejando que haya insultos y cuqueos

y cierran cuando quieren las tabernas,

por no cumplir su santo ministerio

va otro cadáver más al cementerio.

¡Pobre pueblo! Ya es hora que despiertes.

Sacude tu pesada somnolencia.

Id al gobernador de la provincia

y, si no quiere en ti poner enmienda,

acudid a más alto, do os escuchen,

y sepa de una vez España entera

que no es malo el vasallo que suplica,

sino el representante que gobierna.

En fin, y por si algún herido

quisiera de lo dicho hacer defensa,

salga, pues y conteste en verso o prosa,

preséntese si quiere en la palestra.

Salga, pues le diré cosas más graves

que no pueden decirse ni en la prensa,

pues si hablara de ellas, el más cínico

se cubriera la cara de vergüenza.

Resignación y calma, mogarreños,

no hay bien ni mal que cien años dure;

con constancia, valor y fuerte empeño

ya llegará gobierno que te cure.

Y si yo me marchara a un país remoto

sin llegar para ti el año sabático,

y el gobierno no pone a tu mal coto,

mas vale que te apliquen el viático,

o te mate violento terremoto

o el cólera que llaman morbo asiático.

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