"Leed libros alentadores del espiritú. Que os inciten a elevados propósitos. A ser cada día mejores. A representar y hacer algo de meritó en el mundo"
No hay duda, de que asiste razón al académico Arturo Pérez Reverte, en un "lapidario" artículo escrito hace algún tiempo en una revista semanal, pero de total vigencia. En el mismo, exponía el escritor arremetiendo contra la política educativa que los Gobiernos de uno y otro color han adoptado llevar desde sus "poltronas", cambiando a modo de sus intereses, la ley de educación, donde la vergüenza y la falta de escrúpulos, han llevado a nuestros jóvenes escolares y universitarios a desconfiar de tanto despropósito. Y no le falta razón al insigne tribuno. Ha sido tanta la irresponsabilidad, que tales irresponsables, deberían ser juzgados ante el tribunal de la cultura y, ser condenados por tanta torpeza, desinformación y retraso histórico que hoy existe en las aulas, en las cuales se extirpo el latín, la historia, la literatura, la geografía, el análisis inteligente y la capacidad de leer. Estos "Paladines, estos Pontífices" de la cultura, son los culpables de que España figure hoy, entre los países más incultos de Europa, según lo demuestran los desoladores datos del informe Pisa, donde nuestros alumnos están por debajo en comprensión lectora, en todas las materias evaluadas. Y esto resulta realmente lamentable en un País donde nacieron desde Seneca a Cela pasando por Cervantes, Quevedo, Galdós, Clarín, Lorca, Cajal, Unamuno y Ortega y Gasset: por ejemplo.
Se manifestaba Reverte, con cierta aspereza y rigor, pero sin apartarse de una verdad concluyente- se admiten críticas- y todo puede ser cuestionado. Pero si miramos no ya los informes, sino a nuestro entorno, a nuestras escuelas, nos daremos cuenta de que estaremos de acuerdo, al menos en lo sustancial. Por ello, este firmante; al ser invitado a participar en un escenario, sobre cultura y debatir sobre la misma, no puedo dejar de plasmar desde esta tribuna, que nuestra formación y educación en casi todos los niveles da cierta "Grima".
Educar, en realidad es ? una actividad por la cual unos hombres modifican la conducta de otros-. Todo joven tiene derecho al aprendizaje que le permita hablar, filosofar y decidir con espíritu crítico, sin sometimiento reverencial que lo pretenda embaucar con pensamiento único; en mi opinión la educación es algo más que una transmisión de mensajes interesados. Es una formación de valores éticos, de conducta, de creencias, de visión emocional. Nada tiene que ver con los libros de texto. La única finalidad de la educación es potenciar la libertad para poder pensar cada uno por sí mismo, esforzarse y ser dueño de la propia vida.
La formación intelectual supone la demostración de verdades científicas o históricas y su asimilación por el cerebro y la memoria, es decir, la acumulación de saberes. Por el contrario, la formación educativa es un aprendizaje de valores, ciencia olvidada pero indispensable. El verdadero educador decía el filósofo Xavier Zubiri, es el que enseña a sus discípulos a ver el sentido de los hechos, la verdad de los acontecimientos, situarlos en el punto de vista adecuado para que vean por si mismos el objeto, y añadía que "el ejemplo es el instrumento esencial". El reto actual de la ética es, precisamente la reorientación moral de la juventud, el rearme intelectual que les permita sacudirse el polvo de la mala educación, la vista de un horizonte más decididamente humano, basado en la libertad de conciencia ética, secularizada y fundamentada en la Declaración de Derechos Humanos, sin dejarse seducir por los cantos de sirena de ningún partidismo de cualquier clase que sea. El futuro del ser humano pasa por la libre elección de valores que no han de ser predicados necesariamente por ningún gurú de la pedagogía. Los valores del respeto mutuo, la sinceridad de conducta recta, sin "enganches" ideológicos, por muy atractivos que sean los carteles desplegados de su pensamiento único. Ante todo hombres y mujeres por supuesto, no han de olvidar que para ser personas, necesitan criterio propio, no contaminado, sino nacido de la propia conciencia de ser libre, aunque menesteroso. El espíritu, que se deja influir por los demás, no pasara de ser un numero en una agrupación, carecen de personalidad- y por tanto de verdadera humanidad-. "Apóstoles" revestidos, con toda clase de paños, y de toda clase de credos están al acecho de los más débiles para sumarlos a su causa, mediante procedimientos de captación educativa. Solo un espíritu fuerte podrá hacer frente a esa llamada, a la esclavitud intelectual y moral.
En definitiva: informar si, educar también. Pero sabiendo que son conceptos sinónimos. Para informar se necesita la sabiduría del docente y un sistema pedagógico; para educar, el máximo respeto a la conciencia del educado y unas máximas éticas que han de comenzar por el ejemplo. Si difícil es lo primero, muchísimo más lo es la transmisión de valores que han de perpetuar la educación en libertad. Los encargados de transmitir los saberes, también deben participar en la educación ética; pero su cometido principal es distinto. Quienes se ocupen de la educación han de valorar la riqueza de la semilla que plantan en el cerebro tanto como el escrupuloso a la personalidad de quien la recibe. Porque según palabras del filósofo español Emilio Lledó, "sin belleza, justicia y bondad, o sea sin el fondo que armoniza y conjuga las acciones individuales, toda existencia es una semilla perdida. La especie humana `puede llegar a metas insospechadas desde la sabiduría científica o tecnológica, pero si falla la educación ética estará irremediablemente condenada a la degradación, y esta vez sí; al fracaso. Y en esas estamos, ya no se trata de ver la situación que hoy nos rodea de forma más o menos pesimista, ¡no!, se trata de saber interpretar las cosas y casos que nos están ocurriendo, se trata de saber interpretar la información, y la falta de información que recibimos. Se trata de saber que lo único importante y necesario es la libertad de pensamiento y decisión: La misma que me ha llevado a expresar y reflexionar, sobre esta consideración.-
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