Ella vive en el transtierro americano, por Florida, pero su quehacer y sentir literario no está desenraizado de único continente de la lengua castellana
Una poeta colombiana a la que hay que considerar es Pilar Vélez. Y así lo entiendo porque en sus versos subsume o despliega una variedad de firmamentos: tras una aparente sencillez resplandece la Poesía, cosa no muy frecuente en estos tiempos. Ella vive en el transtierro americano, por Florida, pero su quehacer y sentir literario no está desenraizado de único continente de la lengua castellana, y no solo por ser fundadora y directora del capítulo AIPEH Miami (Asociación Internacional de Poetas y Escritores Hispanos / Asociación Internacional de Arte y Cultura Hispana). También por lo que dice y trata de decir, por las sílabas que junta para seguir la estela de la magnífica lírica de su país natal.
No la conozco personalmente, pero una buena amiga ecuatoriana me acercó a Salamanca la segunda edición de su libro, 'Soles manchados' (Snow Fountain Press, Miami, 2014, pp. 64), debidamente dedicado. Le agradezco por lo que dona: amor filial, denuncia contra injusticias, eros imprescindible, intimidad confesante, alta fidelidad a los maestros, paisajes de ahora y de la infancia, el Tiempo y sus silencios, la Palabra fundacional?
Lean lo que escribe Pilar Vélez (Cali, 1970). Aquí les dejo con cinco esquirlas de su canto.
DISFRAZ
De mí vientre
puedes arrancar la araucaria
los versos malsanos y las púas
la piel que ya no cubre el beso
Mi espíritu hace rato que vuela lejos
el viento solo se lleva el viento
ELLA
La que hala mis cabellos
me asalta
en su sonambulismo
inventa otra noche
y se pasea en mí
La que no teme
se burla de la carne y de la ofrenda
cambia a su gusto de pieles
La que alumbra otros mundos
desde su vigilia
De día es otra
la que escribe
la que salta los barrancos
y vaga en el silencio de mi desnudez
A su antojo me rompe me hace otra
matiza con color mi sufrimiento
COMO LA SERPIENTE
No te cansas de dar vueltas
entre los mundos que te habitan
Acumulas recuerdos
canoas que llevan días de una orilla a otra
Vigilante acechas gestaciones
y esperas
Cuando creo que duermo
el tic tac me despierta
clavada a tus manecillas
en los sonajeros de tu cascabel
ME DIBUJO
Soy de mí la nueva imagen
florecida en el deseo
Espina de la carne
poema tatuado en la desventura del recuerdo
letras cubren mi rostro
lágrimas que escapan del cautiverio
Cierro los ojos al trazo
la aguja teje la memoria
burbujas entintadas recorren laberintos
en los que antes nadie (nada) entró
Soy una mujer recién salida de la concha
libre para regocijar el tiempo
MADRE
La tristeza me arropó entre las sombras
su vahído es látigo y destierro
Esta hora es vendaval que arrasa
busco refugio en tu lecho que es partida
Madre de ojos quietos respiras
salvada del minuto que tocó a la puerta en desespero
Viene por tu cuerpo
No hay ojos que atestigüen tu palidez
y las manos manchadas
no acusan estaciones
Esperas al tiempo que cortará el hilo
Tu paz
se ha llevado mis sombras
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