Multitudinaria entrada de Anselmo Matilla en el presbiterio diocesano

En un día muy especial para la Iglesia Católica, la Epifanía del Señor, la Diócesis Civitatense dio la bienvenida a su Presbiterio a un nuevo sacerdote: Anselmo Matilla Santos, natural de Tamames. Este joven fue ordenado sacerdote en una multitudinaria ceremonia celebrada en la Catedral de Santa María menos de diez meses después de que fuera ordenado diácono (en marzo de 2014).

Para ver la entrada de un nuevo sacerdote en el presbiterio ha habido que esperar 25 meses exactos, desde que lo hizo el gallego José María Rodríguez-Veleiro el 6 de diciembre de 2012. En esta ocasión ha habido que esperar menos tiempo: la ordenación previa a la de José María Rodríguez-Veleiro fue la de Roberto Vegas Primero en febrero de 2006.

A la ceremonia de Ordenación de Anselmo Matilla, presidida por el Obispo de la Diócesis Raúl Berzosa, asistieron todo el presbiterio diocesano, numerosos vecinos de Tamames, los alumnos del Seminario Diocesano de San Cayetano, o los alumnos del Teologado de Ávila en Salamanca.

El rito de la Ordenación comenzó tras la lectura del Evangelio, con la presentación de Anselmo Matilla. Justo a continuación pronunció su homilía el Obispo Raúl Berzosa, quién tuvo unas palabras en primer lugar para los llegados desde Valladolid, por el nombramiento de su Arzobispo, Ricardo Blázquez, como Cardenal.

Berzosa destacó el "gran regalo de Reyes" que ha tenido la Diócesis con la ordenación presbiteral de Anselmo Matilla. La parte principal de su intervención estuvo dedicada a recordar el encuentro que el Papa Francisco tuvo el pasado 8 de noviembre en Asís (Italia) con obispos y sacerdotes italianos, a los que recordó cómo debe ser un sacerdote. Berzosa le indicó a Anselmo Matilla que "estoy seguro que vas a ser muy feliz como sacerdote".

La Ordenación continuó con un 'cuestionario' a Anselmo Matilla antes de llegar al momento de su postración mientras el resto de presentes invocaba a los santos para interceder por el nuevo sacerdote. Justo a continuación, el Obispo Raúl Berzosa impuso sus manos sobre la cabeza de Anselmo Matilla, invocando al Espíritu Santo, algo que también hicieron el resto de sacerdotes presentes.

Tras ello, Anselmo Matilla fue ayudado por dos sacerdotes a vestirse con la casulla y estola propias de un sacerdote, fue ungido con los crismas por el Obispo, y recibió el cáliz y la patena, como símbolos de que ya puede celebrar la Eucaristía. Estos objetos fueron acercados al altar por los padres del nuevo sacerdote. En ese tramo de la ceremonia, los seminaristas del Teologado de Ávila cantaron una canción.

A partir de ese momento, Anselmo Matilla concelebró el resto de la Eucaristía junto a todos los sacerdotes presentes. En la recta final ?en la que su hermano Adrián cantó una canción-, el propio Anselmo Matilla pronunció unas palabras de agradecimiento a todos los que habían hecho posible que hubiera llegado a convertirse en sacerdote.

Por ejemplo, destacó el "cariño paternal y oración sincera" del Obispo; dio gracias a su familia por "haber contribuido a forjar mi persona y a apoyarme en este camino a veces difícil de comprender"; a los seminaristas menores les indicó que "no tengáis miedo de plantearos el camino del Sacerdocio"; a los seminaristas mayores Efraín y Miguel Ángel les agradeció su "cariño y amistad"; y al párroco de Tamames, Ernesto, su "cariño y cercanía".

Desde su punto de vista, "postrarnos ante el Señor debe ser una seña de identidad; él es nuestro único Señor".

Tras impartirse la bendición final conjunta por parte del Obispo y de Anselmo Matilla, se cantó el Salve Regina y tuvo lugar un besamanos a Anselmo Matilla, que realizaron en primer lugar todos los sacerdotes, y posteriormente el resto de asistentes. Concluida la celebración, todos los presentes se desplazaron al Seminario Diocesano para disfrutar de un vino español.