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¿Por qué es médico?
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DESDE LA NIEBLA

¿Por qué es médico?

Actualizado 09/12/2014
Isaura Díaz Figueiredo

La tarde caía cadenciosa, vivo como en un teatro la conversación- dos personas-

-¿Por qué es usted médico?

-Sí, ya sé que usted es una magnifica persona, pero eso no basta

Quise ver una cierta sonrisa en el hombre calvo cubierto con sombrero, (posiblemente para atenuar el frío que ya se instaló en la meseta) entrado en años.

-¡No!, tiene razón viejo amigo, yo trato enfermedades, y Dios las cura

-¿Quiere decir que la naturaleza es la que cura?

-Los médicos curamos-dijo en voz baja-, inclinándose hacia delante, como cuando un adulto habla a un niño, o un experto no quiere presumir de sus muchos conocimientos ante el profano.

-¡Soy sincero! médicos de verdad, hubo y hay pocos en todas la épocas- Hipócrates era un buen médico y ¡cómo no! Parascelso.

En mi pueblo había un medico qué no era famoso, ni cobraba grandes fortunas por cada asistencia, era sencillamente -médico de profesión-, y sabía (atendía todas las patologías) lo que no saben los más famosos: el viejito que se moría por edad, a la madre que daba a luz, al niño que sufría anorexia infantil, o la gripe de aquel año.

El buen médico ha de ser chaman-sonreía con amabilidad a quien le increpaba-

-Sí, claro ¿usted es chaman?

-No sé si soy chaman, o un viajero por el mundo de la medicina, en contacto con alteraciones del alma, el ser humano sufre, y entonces, se declara la enfermedad.

En los libros de medicina se nos enseña donde está el corazón, el hígado, cada hueso, nervio y músculos? ¡y eso es muy bueno!, pero médicos auténticos, vocacionales, ¡son pocos! Recuerdo en Historia de la medicina, estudiar a Hipócrates, cuando permitió que sus colegas chamanes iniciaran a los profanos en los secretos de la medicina; en las grandes culturas, solo a los sacerdotes les fue permitido curar? caldeos, griegos y más tarde cristianos. Aquél medico de mi pueblo era un gran chaman, curaba a la gente, soy testigo de muchas personas acudiendo a su consulta -el despacho era un pequeño habitáculo- limpio, desinfectado, pero sin lujos, viajaba en una vespa color verde manzana, y recorría todos los pueblos, mucha gente solo necesita ser escuchada, ser oída, y la terrible enfermedad que le agobia remite, los medios terapéuticos son puntos de apoyo.

-Vamos a ver usted que es ¿chaman o médico?, acláreme la duda

-Voy a contestar a su pregunta, cuando alguien tiene algo que hacer, no se muere, ni tiene tiempo de ponerse enfermo, recibo pacientes que por sus expresiones son enfermos graves, pero hipondriacos; los reflejos, los sentidos, se pueden ir apagando a medida que se cumplen años, pero si uno tiene algo importante que hacer, va tardar más, en sufrir alteraciones que lleven a dolencias graves; estará de buen humor, los que le visitan y no pontifican- es la voluntad de Dios-animo que estás bien- y "sus horas se disuelven entre las manecillas del reloj", cuando el enfermo no se siente engañado, sino comprendido, los que le visitan salen reconfortados, son ellos los agradecidos al enfermo, por la paz que trasmite. Cuando ya todo está arreglado, el cuerpo se deja ir, desea descansar?

Desde la niebla vi como le tocaba el hombro mientras se levantaba del banco.

-Usted amigo, tiene suficiente fuerza física y espiritual, queda mucho para llegue a recta final.

Aquel extraño medico, me hizo pensar la gran importancia de poner a funcionar "el poder de la mente", dejar de disfrutar asombrado, satisfecho y sereno en la penumbra del dolor.

No dejemos que la bella desconocida, de forma absurda y ridícula, y con firme certeza convincional, se apodere de nosotros

-¡No, bella dama!, ya no puedes causarme dolor, sé que puedo curarme, has perdido la batalla

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