El castillo, vestigio de la estrecha ligazón del Gran Duque de Alba de la localidad salmantina, uno de los focos culturales más importantes del Siglo de Oro
El ducado de Alba, el título nobiliario más ilustre de España y Europa, tiene su origen en esta localidad salmantina que, de la mano del Gran Duque de Alba, Fernando Álvarez de Toledo, fue uno de los focos culturales más importantes del Siglo de Oro. Lope de Vega, Calderón de la Barca y el mismísimo Miguel de Cervantes moraron en ella.
La villa está estrechamente ligada a la Casa de Alba desde hace siglos. Concretamente desde 1429, año en que el rey de Navarra Juan II la dona al obispo de Palencia Don Gutierre Álvarez de Toledo, primer Señor de Alba.
Uno de sus descendientes, Fernando Álvarez de Toledo (1531-1582), más conocido como el Gran Duque de Alba ?por sus hazañas bélicas y por su labor a favor de las artes y las letras?, lleva el nombre de Alba de Tormes por muchos rincones del mundo y convierte el lugar en uno de los focos culturales más importantes del Siglo de Oro español. En ella residieron los más destacados pintores, escultores, músicos y literatos de la época como Lope de Vega, Calderón de la Barca, Garcilaso de la Vega y Miguel de Cervantes, Juan de La Enzina, Juan Carrera, Enrique Egas o Juan Guas.
La historia de la relación entre Alba de Tormes y la Casa de Alba se recoge en el bello castillo de los Duques de Alba, propiedad de la actual duquesa de Alba, Cayetana Fitz James-Stuart. Hasta él llegaremos atravesando el puente medieval (s. XII-XIII) y adentrándonos en el casco histórico de la localidad, en el que, de camino, visitaremos los restos de la muralla y la Casa Molino, así como la Basílica de Santa Teresa, la iglesia de Santiago y también la de San Juan, bellos ejemplos de arquitectura románico-mudéjar albense.
En la parte más elevada de la villa se encuentra el castillo, que manda levantar nada más tomar posesión de la Casa de Alba, Don Gutierre Álvarez de Toledo. El edificio se amplía bajo las órdenes de los sucesivos condes y duques de Alba, hasta que las obras concluyen en el siglo XVI. Es Don Fernando, el Gran Duque de Alba, quien lo transforma en uno de los más importantes castillos-palacios de España, embelleciéndolo con los mejores mármoles, pinturas y tapices de la época.
El castillo llega a tener cuatro torres, pero durante la Guerra de la Independencia sufre graves desperfectos y actualmente sólo se conserva la Torre del Homenaje. Está en muy buen estado, gracias a las obras de rehabilitación, y sus tres plantas son visitables.
La sobriedad de sus severos muros contrasta con su rico interior en el que el visitante contemplará, entre otros tesoros, restos arqueológicos del castillo, unos preciosos frescos renacentistas del siglo XVI y bustos del noble, uno de ellos una réplica donada por la actual Duquesa de Alba. Desde el mirador, disfrutaremos de unas bellas panorámicas de las ruinas del castillo, de Alba y de la ribera del Tormes.
Como afirma el escritor albense José Sánchez Rojas: "Alba de Tormes es un castillo, solamente un castillo. Alba sin su castillo sería un pueblo sin leyenda".