El prelado anima a todos los cristianos, incluso a los más alejados, a que participen en la Asamblea que se celebrará entre abril y junio de 2016
El obispo de Salamanca, Carlos López, hace un llamamiento a los fieles cristianos a que participen en la Asamblea Diocesana en la primavera de 2016 encaminada a una profunda renovación espiritual, pastoral, organizativa y de sus estructuras.
La iglesia salmantina está firmemente decidida a escuchar a todos los sectores de la misma, incluso a las personas indignadas con la institución, para cambiar su rumbo. En una extensa entrevista, el prelado salmantino
- Don Carlos, ¿por qué la celebración de una Asamblea diocesana en Salamanca?
- Para responder a la llamada del Papa Francisco a una nueva etapa evangelizadora que renueve la fe y la vida cristiana de todos los miembros del Pueblo de Dios en el encuentro con Jesucristo, en el cual siempre nace y renace la alegría. Desde este encuentro gozoso con el amor de Jesús, que nos salva y nos mueve a amarlo siempre más y a darlo a conocer a los demás, nos ha llamado el Papa a ser "discípulos misioneros" y "evangelizadores con Espíritu" en comunión con la misión de todo el Pueblo de Dios. Nos ha recordado que el anuncio del Evangelio a los que están alejados de Cristo es la tarea primordial de la Iglesia y el mayor desafío al que hoy se enfrenta. Y nos ha ofrecido orientaciones luminosas para constituirnos en estado permanente de misión.
Por nuestra parte, en un largo proceso de reflexión, oración y diálogo hemos llegado a la convicción de que la convocatoria de una Asamblea diocesana es el camino que el Señor nos pide para alentarnos a iniciar con ardor y esperanza esta nueva etapa de conversión pastoral y misionera.-Como obispo, cabeza y pastor de la Iglesia de Salamanca, ¿qué espera de esta asamblea?
-Espero renovación de la comunidad diocesana en su vida espiritual, en su actividad pastoral y en su organización interna que la haga expresión del ideal expresado por el Papa Francisco al decirnos: "Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda la estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual )EvGa 27).
En concreto, la Asamblea diocesana es una ardiente llamada a la Iglesia particular de Salamanca a salir a anunciar a Cristo en las periferias de su propio territorio y en los nuevos ámbitos socioculturales; y para que procure estar siempre donde hace más falta la luz y la vida del Resucitado, teniendo en cuenta siempre muy presente que los pobres s son los destinatarios privilegiados del Evangelio. La Asamblea diocesana nos ofrece el cauce más adecuado para "entrar en un proceso decidido de discernimiento, purificación y reforma" (EvGa 30). Queremos salir a ofrecer a todos la vida de Jesucristo. Y confiamos en que la Asamblea diocesana nos ayude a renovar la doble mirada al Señor y a la misión. En esta Asamblea misionera buscaremos crear espacios motivadores y sanadores para los agentes pastorales, lugares donde regenerar la propia fe en Jesús crucificado y resucitado, donde compartir las propias preguntas más profundas y las preocupaciones cotidianas, donde discernir en profundidad con criterios evangélicos sobre la propia existencia y experiencia, con la finalidad de orientar al bien y a la belleza las propias elecciones individuales y sociales (EvGa 77). Y emprenderemos la tarea con la fuerza del Espíritu Santo en un renovado Pentecostés. Llenos del Espíritu, que el alma de la Iglesia evangelizadora, podremos vivir la participación en las actividades de la Asamblea diocesana no como una pesada obligación, sino con espontánea libertad interior y con ánimo fervoroso, alegre, generoso, responsable y audaz.
-Para usted, ¿cuál sería el fruto más importante de esta Asamblea diocesana?
Son muchos los frutos de santificación y de vida evangélica que necesitamos. Todos ellos están incluidos en los tres objetivos generales de la Asamblea:
a) Camino de renovación espiritual en nuestra Diócesis. Volver al Señor y a beber en las fuentes de nuestra fe como son la oración, la escucha de la Palabra, y la celebración de la Eucaristía y los demás sacramentos. Se trata de reanimar el ámbito de la pastoral ordinaria con la luz de la Palabra de Dios y el fuego del Espíritu Santo. En este camino de renovación espiritual nos dejamos guiar por el testimonio de vida y la enseñanza de Santa Teresa de Jesús, patrona de nuestra Diócesis, en la celebración del V Centenario de su Nacimiento.
b) Caminos de renovación pastoral en nuestra Diócesis. El gozo que nace de la Pascua y Pentecostés debe manifestarse en la alegría del Evangelio y en una intimidad de la Iglesia con el Señor que se hace comunión misionera.
c) Caminos de renovación en la organización de las personas y comunidades y en las estructuras diocesanas. Se trata de conseguir que nuestra acción pastoral se realice en clave de misión, abandonando el cómodo criterio de lo que siempre se ha hecho. Es una invitación a ser audaces y creativos; a pensar nuevos objetivos, lugares, estilos y métodos evangelizadores; y a configurar nuestras estructuras pastorales diocesanas de forma más adecuada a su finalidad evangelizadora.
-Esta Asamblea, ¿viene a completar o a corregir lo que fue el Sínodo diocesano?
-La historia de la Diócesis de Salamanca es una historia de salvación conducida por el Espíritu del Señor, que la va llevando hacia la plenitud en la comprensión y vivencia de su verdad misteriosa y de su misión y presencia en medio del mundo. En este sentido, hay una continuidad en el desarrollo eclesial a través de las circunstancias diversas y cambiantes de cada etapa de su historia, que puede ser valorado como crecimiento en la propia identidad, aunque pueda incluir a veces correcciones del pasado y nuevas acentuaciones.En concreto, la Asamblea diocesana no se ha planteado en relación directa e inmediata con el Sínodo diocesano celebrado hace 25 años. Por tanto, no pretende completarlo en sus decisiones ni menos aún corregirlo. Aquel Sínodo y esta Asamblea son formas diferentes de manifestación de la misma Iglesia diocesana, de su vida y de su misión , en situaciones cercanas en el tiempo pero diversas.
-¿Por qué entonces un Sínodo y ahora una Asamblea? ¿Cuál es la diferencia? ¿Qué es esta Asamblea?
-La palabra sínodo designa en el lenguaje canónico una reunión convocada por la autoridad correspondiente de la Iglesia en el ámbito de una diócesis, de una provincia eclesiástica o de la iglesia universal. Desde el punto de vista lingüístico, el término 'sínodo', de origen griego, significa 'caminar juntos' y tiene su equivalente en el término latino 'concilio'; ambas expresiones significan convocación, reunión, asamblea, para la deliberación común de los miembros representativos de un grupo o colegio de personas. En el inicio de la Constitución sobre la Iglesia, el Concilio Vaticano II se designa a sí mismo como "este sacrosanto Sínodo". Pero la disciplina canónica de la Iglesia latina ha configurado estas instituciones de forma bien diferenciada y denomina sínodo únicamente al Sínodo de los Obispos o el Sínodo Diocesano. En cambio se habla de Concilio ecuménico y de concilios particulares: de las diócesis de una provincia eclesiástica o de las integradas en una misma Conferencia Episcopal.
El Sínodo es una asamblea de sacerdotes y de otros miembros escogidos de la iglesia particular que prestan su ayudada al Obispo de la diócesis para bien de toda la comunidad diocesana. El Sínodo es convocado por el Obispo, después de oír al consejo presbiteral, y tiene carácter consultivo; pero todas las cuestiones propuestas se someten a la libre discusión de los miembros sinodales.
Una Asamblea diocesana tiene una gran semejanza con un Sínodo diocesano, pero no tiene una estructura canónicamente fijada y permite una organización y configuración más flexible en cuanto a sus miembros participantes y en cuanto a las actividades a realizar. Nosotros hemos convocado la Asamblea diocesana a modo de misión compartida, es decir, no sólo para deliberar sobre temas o asuntos que tienen que ver con el bien de toda la comunidad ciocesana, sino como un camino de misión que inicia la comunidad diocesana para la renovación, espiritual, apostólica y organizativa de si misma y de sus propios miembros, en relación de escucha y de ofrecimiento del Evangelio a toda la sociedad. Por ello, en nuestra Asamblea han de tener decisiva importancia las vigilias de oración, las celebraciones litúrgicas, los encuentros fraternales festivos, los signos de cercanía y servicio da los que más sufren y a los más pobres, así como acciones significativas de anuncio misionero.
Esta perspectiva de la Asamblea diocesana se ha de comprender como la expresión y manifestación visible que la comunidad diocesana quiere hacer de su propio misterio como Pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo y Templo del Espíritu Santo en medio de la sociedad salmantina, y de su misión de acercarse a ella para ofrecerle el Evangelio de Jesucristo, luz de los pueblos, compartiendo los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y cuantos sufren.
Nuestra Asamblea diocesana es manifestación de la Iglesia peregrina en Salamanca. Tñengase en cuenta que la palabra "Iglesia", proveniente del término griego 'Ekklésia', significa 'convocación'. 'Ekklésia' designa asambleas del pueblo, en general de carácter religioso. Es el término frecuentemente utilizado en el texto griego del Antiguo Testamento para designar la asamblea del pueblo elegido en la presencia de Dios, sobre todo cuando se trata de la asamblea del Sinaí, en donde Israel recibió la Ley y fue constituido por Dios como su pueblo santo. Dándose a sí mismo el nombre de 'Ekkélia', la primera omunidad de los que creían en Cristo se reconoce heredera de aquella asamblea. En ella convoca a Dios a su Pueblo desde todos los confines de la tierra.
En el lenguaje cristiano, la palabra 'iglesia' designa no sólo la asamblea litúrgica, sino también la comunidad local o toda la comunidad universal de creyentes. Estas tres significaciones son inseparables de hecho. La iglesia es el pueblo que Dios reúne en el mundo entero como su propio pueblo. La Iglesia de Dios existe en las comunidades locales y se realiza como asamblea litúrgica, sobre todo eucarística. La Iglesia vive de la Palabra y del Cuerpo de Cristo y de esta manera viene a ser ella misma Cuerpo de Cristo.
En este contexto podemos comprender mejor los elementos esenciales de la constitución de una diócesis, que se contienen en la siguiente definición dada Concilio Vaticano II: "La diócesis es una porción del pueblo de Dios, cuyo cuidado pastoral se encomienda al Obispo con la cooperación del presbiterio, de manera que, unida a su Pastor y congregada por él en el Espíritu Santo mediante el Evangelio y la Eucaristía, constituya una Iglesia particular, en la cual verdaderamente está presente y actúa la Iglesia de Cristo una, santa, católica y apostólica".
-¿Quién está llamado a participar en la Asamblea?
-La llamada a participar no es discrecional; está determinada por la naturaleza eclesial de la Asamblea y por la diversa naturaleza de las acciones que pueden realizar en el proceso de misión de la misma.
La orientación de la Asamblea como misión compartida lleva consigo una doble referencia: a Cristo y a los destinatarios de la misión. A Cristo, porque la evangelización es la proclamación explícita de que Jesús es el Señor.
A los destinatarios de la misión, que pueden ser: a) los no creyentes a quienes se dirige el primer anuncio de la salvación en Jesucristo; b) los bautizados que no tienen el sentido vivo de la fe o incluso no se reconocen ya como miembros de la Iglesia y llevan una existencia alejada de Cristo y el Evangelio; c) los miembros de comunidades cristianas que tienen una mayor o menor identidad de fe y de vida, que dan algún testimonio del Evangelio y sienten en diverso grado el compromiso de la misión, pero desean renovar y perfeccionar su encuentro con Jesucristo y su vocación de Evangelizadores con Espíritu.De estas diversas situaciones se derivan formas distintas de participar en las actividades de la Asamblea. Las acciones de evangelización explícita sólo pueden ser realizadas por fieles cristianos, es decir, por aquellos que han sido incorporados a Cristo por el bautismo, se integran en el pueblo de Dios y han sido hechos partícipes de la función sacerdotal, profética y real de Cristo, cada uno según su propia condición, y son llamados a desempeñar la misión que Dios encomendó a su Iglesia en el mundo. Estos fieles cristianos, en comunión plena con la Iglesia, manifestada en su modo de obrar, son los que pueden ser llamados a participar como miembros activos y responsables en las sesiones deliberativas finales de la Asamblea diocesana.
Ellos gozan del sentido de la fe que el Espíritu Santo infunde y mantiene en el Pueblo santo de Dios para llevarlo a la verdad completa en fidelidad a la Palabra de Dios y guiado por el Magisterio de la Iglesia. Y a ellos les corresponde también tomar parte en el deber que tiene la Iglesia de discernir los signos de los tiempos a la luz del Evangelio, para poder a´si responder a los interrogantes que cada época plantea sobre el sentido dela vida.
El Papa Francisco nos ha recordado que estudiar los signos de los tiempos es "una responsabilidad grave, ya que algunas realidades del presente, si no son bien resueltas, pueden desencadenar procesos de deshumanización difíciles de revertir más adelante. Es preciso esclarecer aquello que puede ser un fruto del Reino y también aquello que atenta contra el proyecto de Dios" (EvGa 51).
Discernir los signos de los tiempos requiere tarea de escrutar, escuchar y analizar los anhelos latentes y los clamores manifiestos de los hombres de hoy, especialmente el clamor por la justicia y el clamor de los pobres, que han de ocupar un lugar privilegiado en el Pueblo de Dios. De acuerdo con su misión evangelizadora la Iglesia tiene planteado "el desafío de responder a la sed de Dios de mucha gente, para que no busquen apagarla en puestas alienantes o en un Jesucristo sin carne y sin compromiso con el otro". (?)
-¿Se escuchará también la voz de los indignados con la Iglesia?
-A la luz de lo expuesto, podemos responder brevemente que su voz, si es manifestada de forma razonada y con respeto, será escuchada y representará una ayuda para discernir la respuesta que debe dar nuestra Iglesia diocesana a la sed de Dios, que pueda haber en su corazón.
-¿En esta Asamblea cada uno va a poder opinar lo que quiera sobre la situación de nuestra Iglesia diocesana?
-(?) Se presupone el ejercicio responsable de la libertad en conciencia, iluminada por la fe, como corresponde a un verdadero fiel cristiano.
-Pero hay cosas de la Iglesia que no se pueden debatir ni consensuar, sólo nos queda acogerlas y aceptarlas?, ¿no cree?
-Esta oportuna precisión aconseja una doble aclaración. Primera, de carácter general: todo fiel cristiano bien formado es consciente de que su libre adhesión de fe a Jesucristo y a la Iglesia lleva consigo una vinculación por la verdad de la Revelación divina contenida en la Sagrada Escritura y en la tradición viva de la Iglesia, interpretada por el Magisterio del Papa y los Obispos en comunión con él.
Además de las verdades de fe y de moral cristiana, hay una disciplina universal de la Iglesia que es en parte expresión necesario y no reformable de la revelación, que llamamos derecho divino positivo; en otra parte es expresión de la libre determinación de la Iglesia, en ejercicio del poder recibido de Jesucristo; éste es el llamado derecho positivo eclesiástico, que la Iglesia puede reformar para adaptarlo a las circunstancias de cada época, en orden a facilitar el cumplimiento de su misión. Pero solamente al Romano Pontífice le corresponde modificar la legislación canónica de la Iglesia universal.
La Asamblea sólo puede deliberar sobre asuntos que caen bajo la competencia del Obispo.
Hoy nos cuesta muchísimo mover y convocar? ¡son tantas las convocatorias! ¿Qué podemos hacer unos y otros, para animar a la participación y elevar el ánimo de nuestras gentes?
Debemos ir contagiándonos unos a otros la alegría de participar en este acontecimiento de gracia que el Señor nos regala. Estamos en un momento crucial de la vida de nuestra Iglesia diocesana y de la iglesia en España. Y no podemos ceder ninguna baza al desaliento ni a la pasividad.
Comunidad
(Diócesis de Salamanca)