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Entre muros
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Entre muros

Actualizado 15/11/2014
Alberto D.

Acabamos de celebrar la caída del Muro de Berlín en aquella noche del 9 de noviembre de 1989; así acababan largos y crueles años de separación entre dos zonas de la misma ciudad, la del este y la del oeste, hermanas en casi todo y sin embargo brutalmente separadas por un muro de miedo y muerte. Sin olvidar muros todavía en alto, como el de judíos contra palestinos, y miles de alambradas, como las de Ceuta, por todo el mundo.

También en estos días hemos admirado la aventura espacial de la nave Rosetta. La piedra Rosetta sirvió para descifrar el significado de los jeroglíficos egipcios y así abrió las puertas del conocimiento de una cultura en principio lejana e incomprensible. Supongo que por eso le pusieron ese nombre a la nave que ha viajado durante diez años con su sonda derribando fronteras hasta "aterrizar" en el cometa 67P camino del sol. Servirá para abrir puertas a la ciencia y derribar algunas de las fronteras de nuestro sistema.

Y a la vez cada día mantenemos muros y muros que separan, a veces frenéticamente hasta llegar a la violencia o al desprecio, por razas, colores de piel, ideas, religiones, situaciones sociales, niveles económicos, cultura, salud (qué ridículo el del Norte, supuestamente fuerte y lúcido, tartamudeando ante unos enfermos de Ébola), sexos y tendencias, situaciones familiares, política, estudios, niveles mentales, discapacidades físicas, fronteras territoriales? y muchos más muros que los humanos no dejamos de levantar con cualquier pretexto. No deja de tener sentido la propuesta de la Unesco de restaurar el puente de Mostar y proponerlo como signo universal de entendimiento por encima de cualquier distancia. Y esto lo entenderá quien haya leído Un Puente sobre el Drina del Nobel Ivo Andric que narra las barbaridades cometidas a lo largo de siglos alrededor del viejo puente que une/separa viejas y violentas fronteras.

Y luego están las barreras diarias, desde las urbanas, tan fáciles de suavizar si se quisiera y tan difíciles de superar para los que tienen en eso alguna discapacidad, hasta las vecinales, que ya son refrán entre nosotros las discusiones y enfrentamientos, a veces de por vida, que hay entre vecinos, las más de las veces por un quítame de ahí ese peldaño. Con la ironía añadida de que ese grupo de vecinos que no hace más que levantar muros y rechazos se llama técnicamente "comunidad".

Es interminable el recorrido por las barreras y muros que nos levantamos, siempre sin razón y tantas veces con pretextos falsos, mezquinos y necios. Olvidamos Berlín, para que no se repita nunca más a ningún nivel, y nos quedamos con la nave Rosetta, superando fronteras y abriendo mundos.

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