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Gil Tamayo: “El papel de la Iglesia no es de un actor político”
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El secretario de la conferencia episcopal inaugura las conversaciones de San Esteban

Gil Tamayo: “El papel de la Iglesia no es de un actor político”

Actualizado 05/11/2014
Juan Antonio Mateos Pérez

La institución eclesial debe animar a laicos y familias a participar en la vida pública, afirma el portavoz de los obispos

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En la primera sesión de las conversaciones de San Esteban, el Secretario de la Conferencia Episcopal Española, don José María Gil Tamayo ha intervenido sobre la presencia pública de la Iglesia española. La sala Capítulo Nuevo de San Esteban estaba completamente llena, le acompañaba en la mesa al ponente, el obispo de Salamanca don Carlos López Hernández y el director de las conversaciones fra. Juan Manuel Almarza, que realizó la presentación.

La intervención comenzó subrayando el papel evangelizador de la Iglesia desde sus orígenes, que tiene también unas consecuencias culturales como se aprecia en las torres de la ciudad de Salamanca. Será el Concilio Vaticano II quien ha desarrollado ese papel de una manera más plena con importantes consecuencias para nuestro país desde el punto de vista eclesiástico, teológico, litúrgico, en el sentido comunitario y [Img #141449]

parroquial. Pero será la labor de los últimos pontífices como Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, quienes han impulsado y recuperado el brío evangelizador. Serán la exhortación apostólica Evagelii nuntiandi de Pablo VI, la labor del papa viajero con la llegada a España en 1982 empezada la democracia y el empeño de tener presenta a Dios y a la razón en un mundo fuertemente secularizado, son unos hitos importantes en ese proceso evangelizador, razón de ser de la Iglesia

Este proceso secularizador, así como la presencia mediática de la prensa o del mundo digital, la crisis económica, la codicia y la ausencia de valores, carencias profundas en nuestra convivencia, fuerte desempleo que afecta a los grupos más jóvenes, están influyendo en la forma de vida. Se cuestiona la fe de los creyentes, dando unos nuevos valores al matrimonio, a la concepción, al sentido de la vida, a las relaciones humanas, a la religiosidad de la persona, reduciéndola a lo más privado de su existencia. La iglesia intenta estar presente en estos momentos duros de la sociedad y con los grupos más desfavorecidos a través Cáritas, Manos Unidas, en una sociedad más desigual.

Desde aquí, la Iglesia reclama una presencia en el espacio público. Su labor en la Transición Española fue ejemplar, promocionando la presencia y la participación en la vida pública de los católicos españoles. Pero el papel que reclama la Iglesia no es político, desde la llegada de la democracia se ha negado a crear un partido católico, sino que promocionan la reconciliación y la convivencia, destacando la figura del cardenal Tarancón. Es necesario activar la participación de los católicos en el ámbito público en consonancia con su fe y aprender de la historia reciente, donde los católicos eran poco activos en la vida pública.

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El papel de la Iglesia no es de actor político, sino participar en ciertos ámbitos. Uno de ellos es animar la participación de los laicos católicos en consonancia con la doctrina social de la iglesia. La presencia de los laicos católicos no tiene que quedar reducida a los templos, a las cofradías y procesiones, sino hay espacios más amplios como asociaciones sociales, culturales y universidades. Esta presencia debe hacerse sin pesimismo y con la alegría del Evangelio. El laicado deberá ser corresponsable con la misión, no fomentando el clericalismo, sino estar presente en la cultura y la sociedad e intentar transformar el mundo. Para eso es importante el asociacionismo de los laicos, tomando como base la parroquia, pero ampliando su espacio y salir a las fronteras de la sociedad, la cultura, la vida. La Iglesia tiene vocación de calle, salir a los caminos y estar presentes en las periferias de nuestra sociedad.

Otro ámbito en el que la Iglesia quiere estar presente es la familia, tiene derechos propios y originarios, subrayando la gramática de la vida o de la ley natural. La familia ocupa el centro de la vida social, defendiendo el valor de la vida, del matrimonio, así estar cerca de los más necesitados. La familia juega un papel fundamental en la Iglesia, es un sacramento, un signo del amor y la unidad, teniendo para ella palabras de misericordia y consuelo.

El marco de la Constitución Española es aconfesional, no desarrolla el laicismo. El hecho religioso es un elemento importante y necesario para ser humano, no rompe la convivencia social. El hecho cristiano es el de la concordia y la colaboración, como lo demuestra la labor de Cáritas, la labor de numerosas Parroquias, como su presencia en barrios y pueblos, la labor en la educación. La Iglesia quiera transmitir el mensaje del Evangelio a los católicos y a todos los que quieran escuchar.

José María Gil Tamayo es Secretario de la Conferencia Episcopal. Nacido el 5 de junio de 1957 en Zalamea de la Serena (Badajoz), desde su ordenación sacerdotal en 1980, al clero de la Archidiócesis de Mérida-Badajoz, en cuyo Seminario realizó los estudios sacerdotales, licenciándose posteriormente en Estudios Eclesiásticos en la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra. Es periodista, fue durante 13 años Director del Secretariado de la Comisión de Medios de Comunicación Social de la Conferencia Episcopal Española y ha coordinado la programación religiosa en Televisión Española (TVE) y en Radio Nacional de España (RNE).

Juan Antonio Mateos Pérez

Área Socioreligiosa de SALAMANCArtv AL DÍA

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