Gestionando crisis. Otra más, el ébola

Hay que ver lo complicada que es la vida, siempre suceden cosas. Ahora resulta que una enfermedad de pobres, seguramente un gran motivo para que no tenga cura, ha llegado a España (la lumbrera del mundo) demostrando una vez más la gran capacidad de gestión de los gobiernos del Partido Popular. A dejarnos claro a los ciudadanos de este país que tenemos la seguridad absoluta de que nuestro gobierno se preocupa meticulosamente también por todos los nacidos.

No voy a cuestionar si había que repatriar a dos compatriotas infectados de ébola, creo que para eso mantenemos un estado tan complejo, para protegernos. Siempre he pensado que la administración, o la sociedad, tiene expertos suficientes para tomar las decisiones adecuadas. Aunque el desmesurado despliegue informativo de esos traslados me llamara la atención. Pero la sorprendente infección de una auxiliar de enfermería ha desencadenado el desastre.

Una piensa que tras las lamentables gestiones de crisis que realizó el PP en el pasado, enseguida viene a la memoria el naufragio del "Prestige", habían aprendido algo o, cuando menos, sacado alguna conclusión. Pero no. El caso de esta persona, que parece ser que se prestó voluntaria, ha vuelto a evidenciar que hay una gran facilidad para colocar al frente de nuestra administración a inútiles y mentirosos. Gente sin escrúpulos para acumular dinero sin importarles las responsabilidades de sus cargos. Cínicos que pueden insultar sin rubor incluso a la víctima para tapar sus vergüenzas e incapacidades. Gente a las que les cuesta horrores conjugar el verbo dimitir, como al mendaz Consejero de Sanidad de Madrid. Gente que no ve, no oye y no entiende. Gente con rimbombantes apellidos de toda la vida. La casta, nunca un término definió mejor a quienes damos la responsabilidad de gobernar nuestro país. Aunque en realidad a ellos les da igual lo que digamos.

El problema de esta infección de ébola no está en que alguien cometiera un error cuyas consecuencias pagará ella misma. Recordemos que, según el protocolo, el proceso de retirada del supuesto traje especial estaba monitorizado, según los expertos por dos personas, de las cuales no sabemos nada. Sino que demuestra que todo ha sido un desastre organizativo, irresponsable. No ha habido seguimiento a las personas relacionadas con los enfermos, y no hay medios para tratar y trasladar adecuadamente a las personas infectadas dentro de nuestro país. E incluso que el histórico hospital de referencia para enfermedades tropicales, el Carlos III, es un mero apéndice de otro hospital (cuando debería seguir siendo estatal). Y todo ello en un país que supera el billón de euros de deuda, ¿en qué se gasta el dinero?

Cuando se desmantela un buen sistema de sanidad público en función de intereses y la avaricia privados, resulta inevitable que terminen pasando estas cosas. No sé cuándo en este país todos, no sólo quienes gobiernan si no también quienes votamos, vamos a reflexionar seriamente sobre el modelo que tenemos y cómo ha funcionado lo que hemos hecho hasta ahora. Cuanto más pasa el tiempo hundidos en esta crisis, es cada vez más evidente que llevemos perdiendo demasiado sin repensarnos a nosotros mismos. Por desgracia incluso nos cuesta la vida. Confiemos al menos que esa heroica auxiliar de enfermería pueda volver a atendernos en un hospital, ella al menos ha demostrado ser una gran profesional digan de todas las confianzas; como muchos otros en la sanidad pública.