Especial adiós al primer alcalde de la democracia en Alba de Tormes y precusor de la Marcha Teresiana en 1981
Eladio Briñón ya descansa en la tierra que tanto amó, en la tierra por la que tanto luchó, en la tierra de Alba de Tormes por la que tanta pasión derrochó. Antes, los vecinos de Alba de Tormes se congregaron en la Iglesia Parroquial de San Pedro para acompañar a sus familiares y despedir religiosamente al que fuera primer alcalde de la democracia de Alba de Tormes.
Fue una eucaristía sencilla en la que participaron directamente sus familiares, los mismos de los que Eladio estuvo rodeado felizmente durante toda su vida. Sus hijos, José Carlos y Manolo Briñón, presidieron la eucaristía. También su hijo Fernando leyó una de las lecturas y el Vicario General de la Diocesis de Salamanca, Florentino Gutierrez, pronunció la homilía en la que no faltaron alusiones a citas de obras teresianas.
Huella imborrable
El más destacado, el famoso "Vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero, que muero porque no muero", el que escribió Santa Teresa, el que Eladio tantas veces recitó, tantas veces cantó y sobre el que tantas veces reflexionó. Hay que recordar la estrecha relación existente entre Florentino y Eladio, ellos fueron los grandes valedores de que el Papa Juan Pablo II visitase Alba de Tormes en 1982.
Tras más de una hora de eucaristía, los restos mortales de Eladio fueron llevados a hombros hasta la conocida 'Plaza de las Madres', donde le esperaban unos cuarenta peregrinos de la Marcha Teresiana. El feretro fue rodeado por los compañeros de camino de Eladio, que le cantarón el conocido 'Adios con el corazón', que concluyó con un 'Viva Santa Teresa y Gracias Eladio'.
El Corro Parroquial brilla para despedir a su compañero
Eladio Briñón formó durante muchos año parte del Coro Parroquial, en el recuerdo queda su voz entonando el 'Regis Superni' cuando la imagen de Santa Teresa hacia su entrada en la iglesia de la Anunciación. Para despedirlo, el Coro Parroquial lo cantó cuando sus restos mortales hacían su entrada en la iglesia de San Pedro. Le siguieron 'Acepta, Señor, el Vino y el Pan', 'Vaso Nuevo' y 'Ansiosa de Verte'. Todas las voces acompañadas a la perfección desde el piano por Pilar Martín Nieto.
En la hoja de canto, una frase "Ya nada te falta, Eladio, hijo mio, pues tienes a Dios para gozarlo sin limite en estos caminos de eternidad".