No todo lo que vemos existe. Y, al revés, lo que ignoramos pues no exista. Ni una cosa ni otra. Es fácil nos la metan doblada en algún vídeo de internet y películas o noticias que nos hacen creer como ciertas. Eso lo presumimos algunas veces, pero en otros casos es muy difícil discernir lo verdadero. Y a la inversa.
Este preámbulo viene a cuento ante una reflexión que me permito hacer sobre las noticias de actualidad. El ébola, la guerra en Gaza, el asunto del petróleo canario y tantas y tantas cosas que se ponen de actualidad y luego desaparecen como por ensalmo. O las que son para nada actualidad (guerras tribales, explotaciones, persecuciones y manejos ideológicos). Dependemos de ese foco que se posa sobre un caso u otro. Unas fotos, unas opiniones escritas o televisadas y zás, ahí está nuestra atención. Y luego depende de qué emisora dé esas imágenes para que se puedan interpretar al gusto de cada consumidor. Eso ha pasado siempre desde que la información se conduce tan interesada y masivamente. Es muy difícil encontrar alguna imagen y opinión que sea totalmente objetiva (y por lo tanto veraz). Ahora las redes sociales parecen albergar esa objetividad buscada (en ese aspecto que se pueda definir como democrático, al menos por lo masivo), pero lo dudo también. Ahí se suelen filtrar productos igualmente interesados para buscar afinidades absolutas, opiniones que provoquen sonora discrepancia para ser rebatidas, o pura banalidad. Nada que centre y pueda revestir de rigor un tema, sea éste cual sea. Pues el punto de vista siempre es exageradamente afín o contrario a lo tratado, y así, difícilmente se puede llegar a verdades con cierta entidad y credibilidad. Claro que se podrá argüir que la opinión la sacará correctamente cada lector u observador según su preparación y disposición. Pero eso acrecienta más aún mi duda sobre si lo que nos presentan tan bien envuelto es en sí mismo la verdad objetiva e incontaminada, y si lo que hoy analizamos como verdadero lo es en realidad. O si estaremos por siempre condenados a desconocer lo verdadero (salvo de lo que seamos directamente testigos). ¿Y si alguien estuviera jugando con nosotros?
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