BÉJAR | Lleno en el teatro Cervantes para disfrutar del genio y el ingenio de este clown
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Cuando crees que lo has visto todo, y más en la interpretación de un tipo que se mueve en terrenos tan estrechos como el mimo, te sorprendes de la capacidad de reinventarse que despliega este clown.
Todos los espectadores esperan genialidades del, en otro tiempo, parco personaje de la silla y la guitarra, y las ha demostrado, solo que esta vez ha ido un poco más allá, y ha aderezado el guiso que presentó en el Cervantes con buenas dosis de forma física, más propia de un circo de tres pistas que de un teatro del XIX, y de ametrallamiento social.
El licenciado Viyuela sabe sacarle partido a una silla, ya lo hizo, pero sabe que repetirse es bueno hasta que empiezas a aburrir y si hay que darle otra vuelta a la tuerca se le da y se sube casi dos metros por encima de su terreno natural que es el escenario.
Y la gente ríe.
Pero también es un payaso de su tiempo, y se le pone el alma triste, o eso suponemos cuando se percata de que los que estudian no lo hacen tan bien cuando no saben acabar las frases de sus canciones, o que quizá los que han organizado el qué y el cómo estudiar les han llevado por sendas confusas.
Y la gente ríe.
Tan de su tiempo que su pierna 'izquierda' la siente floja, como sus estudiantes. Y que no, no tiene claro que 'poder, podamos'. Y que el futuro es más oscuro que el telón de fondo del escenario, al que embobados no llevan las directrices de unos individuos anquilosados, obsoletos y poco dados a hacer las cosas en 'beneficio de todos'.
Viyuela es el clown de nuestro siglo, sin cremas que maquillen su tristeza porque estar triste no sirve para avanzar.
Viyuela nos enseña a salir del metálico laberinto de una escalera, demostrando que el camino más corto no siempre es el más efectivo, o que quizá ni siquiera el que creemos más corto lo es, porque las reglas que nos imponen los que saben, no sirven para el día a día.
Viyuela sabe de reyes sin criterio, porque se hacen socios de protectoras y matan elefantes.
Viyuela sabe de seguridad e higiene en el trabajo, porque se lleva su gorro de lluvia 'a la faena' sabiendo que no va a servir de nada si se cae desde donde está, pero cumpliendo con la ley.
Viyuela en fin, es un pobre desempleado, que obligado por las circunstancias se agarra a lo que mande 'el que paga' para llevarse 'un chusco pan' a la boca, aunque tenga que subirse a lo más alto de una escalera de la que no sabe ni siquiera cómo se hace para abrirla.