Después de la calma vendrá la tempestad

El verano se acabó, el sopor agradecido de la cervecita en la terraza viendo la vida pasar no puede seguir por más tiempo, es hora de volver a la dura realidad. El año de verdad no empieza el 1 de enero, sino que lo hace en septiembre, cuando descubrimos que todo ha sido un sueño y que los problemas que dejamos aparcados no se han solucionado por sí mismos.

Y este nuevo año se presenta especialmente trascendente, la sociedad española se va a jugar en pocos meses buena parte de su futuro y de su propia identidad. A pesar del esfuerzo publicitario del gobierno, que nos quiere convencer de que vivimos en el jardín de las delicias, resulta cada vez más evidente que nos quieren condenar a la desigualdad más absoluta, a la sumisión, a la tristeza, y que este modelo social y económico está ideado para que unos pocos vivan cada vez mejor a costa de la mayoría, que cada vez vivirá peor.

Pero también resulta cada vez más evidente que estamos cambiando, que cada vez hay más gente que ha comprendido que los grandes cambios sociales nunca se fomentan desde el poder ni por los que viven cómodamente instalados en el sistema, sino que deben ser protagonizados por los hombres y mujeres que viven cada día la necesidad del cambio.

Las encuestas electorales están constatando que el terremoto de las últimas elecciones al Parlamento Europeo no fue flor de un día, ni un mero toque de atención a los partidos del sistema, sino que existe una verdadera decisión de construir una sociedad distinta y una democracia real en la que la mayoría decida y no se limite a elegir pasivamente a unos cuantos detentadores del poder.

Por eso las próximas elecciones municipales van a ser mucho más que unas elecciones municipales. La derecha en el poder va a hacer todo lo posible, incluso trampas y cacicadas como la anunciada reforma de la Ley Electoral o el eterno recurso al miedo apocalíptico a las hordas revolucionarias, por conservar el poder absoluto que monopoliza; los partidos que han sido cómplices al dejar sin contenido el discurso de la izquierda haciendo práctica política de derechas están en proceso de descomposición; la izquierda real se enfrenta por lo tanto al reto de conseguir la unidad programática y de acción necesarias para conseguir un cambio real, pero eso exige inteligencia, responsabilidad, generosidad y lealtad. El reto es difícil pero apasionante, y es posible.

Las elecciones municipales siempre han sido el primer paso de los cambios de ciclo político, todos los cambios en el poder han ido precedidos de cambios en los ayuntamientos; unas elecciones locales abrieron la puerta a la República, ahora pueden abrir la puerta a un modelo social diferente. Veremos si sabemos estar a la altura.

En Salamanca el despertar del verano siempre se ha visto suavizado por las fiestas locales, que nos permiten todavía una cierta pereza y retrasar el choque con la realidad. Aprovéchelas, disfrute de ellas, porque después nos lanzaremos de lleno a la vorágine.