Los valores del deporte para la vida

En verano baja el trabajo y aumenta el ocio y los viajes, pero no por ello dejamos de aprender lecciones importantes para nuestra vida y nuestras profesiones. Yo no soy una excepción.

Hace unos días estuve haciendo la travesía de las Cumbres Escurialenses. Es una de las actividades más populares dentro de la programación de las fiestas patronales de San Lorenzo de El Escorial.

Unas 6-7 horas de caminata, subiendo y bajando montañas, y algunos caminos, auténticos rompepiernas que dejan rodillas machacadas a la mínima y por supuesto, agujetas aseguradas salvo para los que van preparados físicamente y con glucosa en sus alforjas.

Más de 500 equipos y más de 1.500 participantes hacen de esta travesía, una actividad no precisamente solitaria.

Tanto participante tiene su lado bueno y su lado malo. El caso es que puedes ir a tu rollo, disfrutando del camino y de la compañía elegida, o prestar atención a las conversaciones de los compañeros forzosos de travesía. Si optas por lo segundo en algún momento del camino, siempre puedes aprender algo.

Lo que yo he aprendido de mi mismo, escuchando conversaciones ajenas, es que cuanto más tolerante pretendo ser con las opiniones de los demás, más intolerante me vuelvo contra las opiniones intolerantes, menos me gustan y más me enojan.

Esto es pretender que todo el mundo sea como yo. Me doy cuenta de mi error, es algo que no me gusta y que tengo que trabajarme un poco más, porque mi intención es otra muy distinta.

Escuché una conversación en la que una persona le decía a otra, de manera más que asertiva, tajante, que el deporte es sufrimiento. Creer esto no hace daño a nadie salvo a quien piensa así y a quien acepta esta opinión como buena. Sentirme mal escuchando esa opinión, que es lo que me sucedió a mí, es síntoma de intolerancia, porque una cosa es no estar de acuerdo, y otra es sentirte mal escuchándolo.

Creo que me dolió pensar que un tercero podía creerse esto y saber que no le iba a ayudar y que tampoco favorece a la práctica del deporte. Personalmente creo que en el deporte hay sufrimiento, pero el deporte no es sufrimiento. Pero ¿qué hacer para que un tercero no se crea esto? Es una ecuación que parece no tener solución.

1º Si soy tolerante con posturas con las que no estoy de acuerdo y que se expresan de forma intolerante, la intolerancia ganará espacio en este mundo.

2º Pretender meterme en una conversación en la que no me han dado vela, sería un error garrafal, porque sería muy difícil que aceptasen una opinión diferente. Es más, podría desviar la atención a otro tema que sería mi falta de educación por meterme donde no me llaman... y con razón.

Entonces, ¿no hago nada o me meto donde no me llaman?

El error, desde mi punto de vista, vine de pensar que hay dos bandos y que gana aquel que tiene razón.

No se trata de convencer a nadie. Se trata de vivir de acuerdo a tus valores y a lo que tú realmente quieres en tu vida.

Todos conocemos la teoría, pero lo que marca la diferencia es si la ponemos en práctica. En el mundo siempre habrá personas que piensen diferente. Centrarse en lo que está dentro de nuestro ámbito de influencia, nos ayuda a aceptar aquello que no podemos cambiar y trabajar en lo que sí podemos cambiar.

Yo elegí no meterme donde no me llaman y elegí ser un ejemplo para los que están cerca de mi, de qué es el deporte. Hablar con mis amigos y con mi familia, con mi hija, etc., de lo bien que lo pasamos, de lo que se puede lograr con esfuerzo, del valor de la amistad, de esperar a quien se queda atrás, de compartir el agua con terceros, etc, etc, eso es lo que yo sí puedo hacer y tengo la certeza de que todas esas cosas calan más que lo que podamos teorizar acerca de si el deporte es sufrimiento o es otra cosa.

Ramón Cristobalena

@RCristobalena