En muchas casas de la Sierra de Francia me encontré los hules de plástico para las camillas, que yo recordaba haber visto en mi pueblo natal hacía ya cuarenta años. Era el mapa de España. El que yo conocí de niño traía la división territorial de entonces: Castilla la Nueva (con Madrid), Castilla la Vieja (con Santander), etc? Los que yo veía en las casas de la Sierra no eran hules viejos, sino recién comprados la mayor parte de ellos, y con la división administrativa de las autonomías. Yo mismo compré dos, uno para cada una de las casas parroquiales que habitaba. Alguien me dijo, que esa era una clara manifestación del "arte retro", es decir, de volver a sacar a escena objetos de decoración (lámparas, interruptores de la luz, alfombras, color de los papeles pintados para decorar las paredes de las casas, baldosas del suelo?) propios de otro tiempo, pero fabricados y expuestos en el nuestro, y con frecuencia, dialogando con lo más chip y con el último grito? Son cosas que pasan? No en vano, la serie del "Cuéntame" ha causado furor y el "yo también estudié E.G.B" está siendo un "boom" editorial, con un tirón bárbaro, siguiendo a los éxitos editoriales de las reediciones de las enciclopedias de Álvarez o del catecismo del Padre Astete.
Que me corten la lengua al amanecer si lo que digo lo hago para herir a alguien o significar jocosamente a alguna persona o colectivo de nuestra iglesia. Simplemente quiero escribir estas líneas para reivindicar con humildad y para poner encima de la mesa de la pastoral una preocupación. Creo que en estos tiempos son necesarios planteamientos y acciones que vayan más acordes con lo que creo que son los retos y las necesidades del tiempo presente, con las suficientes orientaciones eclesiales y magisteriales (inspirados en el Conciclio Vaticano II) y con el sentido común de las cosas.
Me estoy refiriendo a esa especie de "revival" de ciertas prácticas religiosas que ?siendo propias de otro tiempo y de otro modo de ser iglesia en medio del mundo y de la sociedad- comienzan a aflorar y a despertarse y resucitar este mundo, en este tiempo y en esta sociedad: Hablo de nuevas romerías, recuperación de novenas con los mismos textos que hace 50 años, creación de procesiones que antes no existían, misas en latín y de espaldas? No quiero meter todo en el mismo lote y darle a todo el mismo valor. No es lo mismo una cofradía o hermandad de Semana Santa que llevan vivas 600, 500, 400, 300, 200, 100? años y a las que sinceramente les deseo toda vitalidad y crecimiento (por cierto, soy capellán de una en nuestra ciudad, y he sido en la Sierra y voy a ser párroco en San Martín-San Julián, San Sebastián y La Purísima de varias), que sacar del baúl de los recuerdos y rescatar de los mismos, prácticas que dejaron de estar vivas hace 20, 30, 40 o más años. Nada va contra la ley, sólo faltaba, pero me pregunto ¿va con el espíritu de la ley?
Atrás parecen haber quedado el recuerdo y los años en los que los pastores de la iglesia tuvieron que batirse el cobre (y no con poco sufrimiento) con personas y grupos para ?a la vez- ir cerrando manifestaciones religiosas propias del estado de cristiandad e ir potenciando paralelamente nuevas formas, maneras, centros de interés apostólicos, no tan centrados en el universo "sacro", sino en cuestiones más catequéticas, más formativas y más sociales.
Cuando parece que todo ese tenso escenario había dado lugar a un tiempo de búsqueda de nuevos retos, de nuevos escenarios, de nuevos "ardores, métodos y expresiones" (en expresión e San Juan Pablo II), porque hasta incluso los caminos alternativos a estas prácticas a las que me refiero están comenzando a tocar fondo (los efectos del paganismo están siendo devastadores para todo el mundo de la evangelización) y cuando los últimos papas nos han alentando incansablemente para "salir" al mundo, nosotros parecemos que volvemos a salir, pero con los ciriales, estandartes y los santos, como si de volver a sacar al escaparate público de la fe, los usos, costumbres y escenarios que decoraron la vida y la fe de varias décadas atrás.
Y ni me parece bien (por supuesto) y ni me parece mal (en el sentido que no entro con ningún látigo descalificador, ni con ningún afán irónico que esconda un desprecio). Pero la verdad es que me manifiesto perplejo y quiero que el antídoto ante la debilidad de la fe en nuestro mundo, no sea volver a las prácticas de antes de ayer, sino soñar caminos y veredas nuevas para llegar al hombre y a la cultura de hoy, aunque haya que darse contra el muro de la incomprensión y del desierto las veces que haga falta. Lo otro, con todo el cariño y el respeto que me merecen las personas y sus intenciones, me parece anacronismo, como cuando veo el "Cuéntame", que por cierto lo suelo ver con mucho cariño, nostalgia e interés, pero al día siguiente no salgo a la calle con la gabardina tipo "Colombo" de Antonio Alcántara o con la "coreana" de Antonio hijo, que es la misma que yo mismo tuve hace 38 años. ¿Se me entiende?
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