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Los seminaristas se empapan del espíritu de San Juan de Ávila
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EUCARISTÍA

Los seminaristas se empapan del espíritu de San Juan de Ávila

Actualizado 12/06/2014
Redacción Ciudad Rodrigo

CIUDAD RODRIGO | La Diócesis dirá adiós a las reliquias en la mañana del viernes con una eucaristía en Las Claras

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Las reliquias de San Juan de Ávila, dentro de la ruta que están desarrollando por Ciudad Rodrigo, hicieron parada en la tarde del jueves en el Seminario Diocesano de San Cayetano.

Allí se celebró una Eucaristía presidida por el Obispo Raúl Berzosa que contó con la presencia de los alumnos y formadores del propio Seminario de San Cayetano y del Teologado de Ávila, donde estudian los seminaristas mayores de la Diócesis Civitatense.

Durante su homilía, el Obispo Raúl Berzosa explicó las reglas de vida y acercamiento a la Escritura que marcó en su momento San Juan de Ávila. Asimismo, recordó cuál es el modelo de sacerdocio y de sacerdote que propone el patrón del clero español.

Concluida la celebración, las reliquias de San Juan fueron trasladas al Convento de las Claras, para una oración comunitaria. La Diócesis dirá adiós a las reliquias de San Juan de Ávila en la mañana del viernes, con una eucaristía en el Convento de las Claras a las 8.30 horas.

Homilía del Obispo Raúl Berzosa para los seminaristas y teólogos con motivo de la presencia de las reliquias de San Juan de Ávila

Queridos sacerdotes, especialmente los formadores de los Seminarios de Ciudad Rodrigo y del Teologado de Ávila, queridos seminaristas y teólogos, queridos todos:

Muchas gracias por haber acogido la invitación a participar en esta Eucaristía, con presencia de las reliquias de San Juan de Ávila, patrono del clero español.

Brevemente, y sin repetir lo hablado esta mañana a los sacerdotes en la Catedral, me hago, y hago al santo de Ávila, una pregunta muy directa: "¿Qué consejos nos daría a quienes estudiamos hoy teología o estamos en un seminario?"? - La respuesta de San Juan de Ávila sería ésta: formaros según el espíritu y letra de las Escrituras, de la Palabra de Dios.

San Ignacio de Loyola llama al Maestro Ávila "arca del Testamento, por ser como un archivo viviente de la Sagrada Escritura, de tal manera que si ésta se perdiese, él la restituiría en la Iglesia". Su biógrafo, Muñoz, afirmó que el Maestro se sabía la Biblia de memoria y que "era la principal fuente y materia de sus sermones". ¡Y, añado, fueron muchos sermones los predicados!... Parece cumplirse en él lo que él mismo dice de los santos: "si la misma ley se perdiese, se hallaría escrita por el Espíritu Santo en las entrañas de los santos".

Como es conocido, San Juan de Ávila propuso la creación de un Instituto Bíblico, la Facultad Teológica de su tiempo, y él mismo dedicó mucho tiempo y escritos a realizar comentarios bíblicos. Y, mucha atención, solicitaba a los estudiantes de escritura "tales reglas de vida, que los que no fueren virtuosos no ingresaran". ¿Cuáles eran dichas reglas de vida y de acercamiento a la Escritura?... ? Como si fuesen cinco dedos de una mano, me atrevo a resumirlas en las siguientes cinco lecciones, a la luz de lo escrito por el santo:

La primera lección de San Juan de Ávila es la de llegar a la Sagrada Escritura "con el corazón y con amor, no con curiosidad o erudición". De ahí, que el santo repetía que no podemos quedarnos sólo en el sentido literal de la Escritura, que es como la corteza de la fruta. Hay que dejar que entre en nosotros la Palabra, con la luz del Espíritu Santo.

La segunda lección es muy importante: "aunque toda la Escritura de Dios merece nuestra oreja y nuestra fe, porque toda ella es palabra de una misma suma Verdad, sin embargo debemos aprovecharnos más de las palabras del Verbo de Dios hecho carne" (de Jesucristo). A la luz de Jesucristo cobra pleno sentido la Escritura.

Tercera lección: el estudio de la Escritura debe hacerse sin prisa ("en horas desocupadas", subrayaba él), procurando aprender pasajes de memoria, "alzando el corazón a Dios", buscando un buen comentario patrístico y "dando el sentido propio que el Señor quiso allí darnos a entender".

Cuarta lección: en el estudio de la Sagrada Escritura se progresa según el deseo que tengamos de perfección, "porque cuanto más uno sube a mayor perfección de vida y conocimiento de Dios, así va más entendiendo lo que antes no entendía". Lógicamente, esto es obra del Espíritu Santo.

Y, quinta lección: al Maestro Ávila le preocupaba el que la Escritura no fuera bien estudiada ni suficientemente expuesta. Y proponía que se formaran a verdaderos "teólogos-expertos en Escritura". Porque el Estudio de la Escritura, entre las ciencias eclesiásticas, "es el mas alto y señor de todos".

Hasta aquí cinco lecciones o cinco actitudes de San Juan de Ávila en relación a la Sagrada Escritura y que nos vienen muy bien a nosotros, seminaristas y estudiantes de teología. Finalizo con una segunda reflexión complementaria: "¿Qué modelo de sacerdocio, y de sacerdote, proponía San Juan de Ávila?" ? Sin detenerme, el Maestro Ávila recordaba que el sacerdote por antonomasia es Jesucristo, el Buen Pastor que conocía a sus ovejas y dio la vida por ellas. Subrayaba el sacerdocio común de los fieles, al servicio del cual está el sacerdocio del sacramento del orden. En este punto, se adelantó a los escritos del Vaticano II. Reclamaba, en la vida del sacerdote ministro, tres dimensiones tan complementarias como necesarias: pastoral, oración y santidad de vida. Llamaba a los sacerdotes "abogados del pueblo de Dios ante Dios mismo", maestros y edificadores de almas. Y, como es la cara visible de la Iglesia, debe brillar en él la hermosura de vida. Además, tienen un gran poder: el de celebrar la Eucaristía, "donde el Señor pone en manos de ellos su poder, su honra, su riqueza y su misma persona". No olvide el sacerdote que tiene un gran arma: la oración de intercesión, porque es medianero entre Dios y los hombres, por eso afirmaba, con atrevimiento y descaro: "Sacerdotes: debíamos andar siempre importunando a Nuestro Señor con oraciones".

Finalizo: San Juan de Ávila coloca a la Virgen María como modelo y madre especial de los sacerdotes: "porque ella, con sus palabras, trajo a Dios a su vientre; y el sacerdote le trae con las palabras de la consagración". Que el Espíritu nos conceda gustar tan gran misterio y nos conceda la dicha de perseverar en tan hermosa y gran vocación. Amén.

+ Raúl, Obispo de Ciudad Rodrigo

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