El cisco que se ha preparado en el PSOE de España tras el resultado de las elecciones europeas tiene su máxima expresión en Castilla y León, donde el portavoz en las Cortes, Óscar López, ha dado un golpe de mano contra Julio Villarrubia, el secretario de los socialistas en esta comunidad, tan grande en extensión como pequeña de miras políticas. Al menos si nos referimos a estos políticos de progreso que desde hace mucho tiempo tienen puestos sus intereses en ellos mismos.
La dimisión en bloque de media ejecutiva socialista afín a Óscar López ha supuesto en descalabro general en esta formación política que desde ya hace mucho tiempo va de mal en peor. Villarrubia y López nunca se han entendido, algo incomprensible, porque Óscar López, además de su cargo en Castilla y León, es el secretario de organización del PSOE nacional. O sea, era el número tres del partido de Rubalcaba y, por tanto, debía dar ejemplo en todos los feudos. Pero en el suyo no quiso o no pudo. Jamás aceptó perder la posibilidad de volver a ser candidato en las siguientes elecciones, lo que le obligaba a ser juez y parte en algunas cuestiones clave e internas de su partido.
En plena campaña pectoral López y Villarrubia se dieron un abrazo fraternal como señal de unión, comprensión y cariño, como siempre lo han hecho los socialistas entre compañeros. Pero el desastre electoral pronto rompió ese cordón tan endeble. Ni dos semanas pasaron del abrazo a la bronca. Y después los políticos le piden a los ciudadanos que les creamos y les entendamos. Sabemos que utilizan el maquiavelismo como el "padrenuestro", y que no podemos esperar de ellos a veces nada más que promesas que sabemos que no van a cumplir, pero otra cosa es cuando se llega a la grosería y a la ofensa de nuestra inteligencia. La falta de crédito de los partidos mayoritarios fue una de las causas de sus pésimos resultados electorales, y la respuesta de algunos de ellos es aumentar ese descrédito. Vaya tela.
Los socialistas para arreglar el desaguisado ha nombrado una gestora en Castilla y León para reordenar los puentes. Al frente ha puesto a un hombre con capacidad, inteligente, ponderado, mesurado y muy preparado: el catedrático de Derecho Mercantil de la Universidad de Valladolid Jesús Quijano, otrora secretario de los socialistas de Castilla y León, hombre cuyo mayor error como político siempre ha sido ser atípico, es decir, honrado, tranquilo, nada gritón y con una capacidad argumental cargada siempre de lógica. Un hombre que si perdía elecciones (incluida la de rector a la Universidad de Valladolid) no era por malo, o por incapaz, si no por no saber mentir y no saber sacar pecho de ese que crean los asesores de imagen. Quijano es un referente del mejor socialismo en Castilla y León.
Y por eso ha tenido que aceptar el ponerse al frente durante un tiempo en el PSCL-PSOE. Dedicado desde hace mucho tiempo a su cátedra y a sus conferencias jamás hubiera aceptado ese puesto ingrato si no hubiera sido por su sentido de la responsabilidad. ¡¿Cómo habrá visto Jesús Quijano el carajal socialista en Castilla y León para aceptar este cáliz?!
Sus análisis siempre buscan la centralidad desde las líneas progresistas del socialismo, y por eso ya ha escrito que nada se va a arreglar de un plumazo tras el batacazo electoral y el cambio general del mapa político, y que nadie puede asegurar que no vaya a continuar. Quijano tiene mucho trabajo por delante. Su PSOE lo necesita y ya empieza a pedir tranquilidad, paciencia y compañerismo. No se lo pondrán fácil porque en Castilla y León hace mucho que más de un responsable socialista no sufre por estar en la oposición; lo que quiere más de uno por encima de todo es pillar cacho. Es más, algunos socialistas de la oposición ganan (cobran) más dinero que los políticos en el gobierno regional. Son esas cosas que nadie entiende pero que son así. Eso ha llevado a una cadena de egoísmos donde la palabra "compañero", tan de los socialistas, está muy desprestigiada, mejor dicho, abandonada.
Jesús Quijano estuvo a un tris de ser ministro con Felipe González y con José Luis Rodríguez Zapatero, pero nunca se fajó por ello pasando de largo. La historia le recupera ahora para hacer un socialismo de versión creíble y respetada. El Partido Popular de Castilla y León, aunque ramplón y cojo de líderes más allá del campanario, se ríe, viendo que a pesar de su propio desastre han sabido aguantar, callar y no decirle a los cuatro vientos sus propias miserias. El que resiste gana, y los populares lo saben. Han sufrido un duro golpe en Castilla y León, pero los socialistas les vuelven a poner puente de plata. Suerte a Jesús Quijano.
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