El éxito de las elecciones de hoy es el fracaso de la abstención. Pero no será así; la abstención, sinónimo de indiferencia del votante, está cantada. Todas las encuestas así lo han confirmado y en el recuento de esta noche se confirmará. Mucha gente pasa de elecciones europeas por muchos motivos: porque no saben qué se fragua en Europa, porque los políticos han convertido a Europa en algo lejano, porque nadie ha explicado en campaña las políticas necesarias que Europa necesita, porque nuestros candidatos se han dedicado a hablar del machismo de Arias Cañete y porque han dedicado el tiempo a hacer unas primarias de las próximas generales. Mariano Rajoy quiere un buen resultado pensando en lo suyo próximo y Pérez Rubalcaba ha suspirado para que no sean estas elecciones su final anticipado.
Han sido, son, los responsables políticos los nuevos raptores de Europa, aquella mujer fenicia que dio su nombre al continente europeo. Pero además raptores - mejor ladrones - no en plan mitológico, como cuando el dios Zeus, transformado en toro, raptó a Europa llevándosela a lomos hasta Creta donde se convirtió en la primera reina de la isla, ni como la vieron los pintores Tiziano o Rembradt, sino en plan zafio, menos emocionante, menos lírico, menos sagrado. Nuestros políticos no ven más allá de un sueldo mensual superior a los 17.200 euros al mes (eso sí, donde incluyen los gastos) en el parlamento de Estrasburgo, una carrera política personal de chollo y el dejar hacer a Angela Merkel lo que quiera mientras deambulan por los pasillos y beben cerveza belga.
Uno mira las listas de los eurodiputados y se topa con quincalla variada, deshechos de feria, desahuciados políticos en terreno patrio y buscadores de de fortuna allende nuestras fronteras. Nadie puede asimilar ese sueldo que quita el hipo a cualquier ciudadano normal en medio de la que está cayendo y donde la gran mayoría nos sentimos como parias. Cuando un líder político en España quiere dejar fuera a alguien con el que puede unirle un compromiso pasado lo manda a Europa. Eso es lo que ha hecho Rajoy con Esteban González Pons, ese hombre que parece irreal, vamos, que no existe en el común. O lo que ya hizo Zapatero y ahora ha vuelto hacer Rubalcaba con Ramón Jáuregui. Un tipo con historial, con caché, que por lo que sea no acaba de gustar en Ferraz, sede del PSOE. O con la propia Elena Valenciano; Rubalcaba le ha dado un empujón hacia arriba antes de que las cosas les vayan peor y a la pobre no le quede más remedio que terminar derecho para buscarse la vida. Rubalcaba también ha sacado del cuarto trastero a Pepiño Blanco porque el hombre sigue necesitando un sueldo. Y así a algunos más. Por lo que respecta a Castilla y León nadie puede entender ? nadie entiende - que el PP tenga de principal baza a Agustín Díaz de Mera, un señor cuyo mayor mérito político fue ser el Director General de la Policía cuando el atentado de los trenes de Atocha. No voy a recodar su gestión, tan lamentable. Ese señor, si hubiera hecho lo que debía en su momento, tendría que haberse ido a su casa para siempre. Pues no, la cuota de poder que tiene, amparado por Ángel Acebes y otros de su entorno, le sigue manteniendo un sueldo muy superior a un licenciado en Filosofía y Letras dando clases en algún colegio o instituto.
Podría desgajar de las listas algunos más, pero posiblemente no los conozca nadie. Son gente que en muchos casos "ya están en Europa" desde hace años y que sólo "reaparecen" por aquí en época electoral. Entre elección y elección ni dan cuenta de su gestión ni abren la boca. Por ejemplo, Pilar del Castillo, que fue ministra de Educación, Cultura y Deporte con Aznar, y directora del CIS. Esta señora lleva por Bruselas y Estrasburgo hace algunos años, lo que acabamos de descubrir. Una hija de Fraga, cuyo nombre no recuerdo, ha estado allí muchos años y ahora lo sabemos porque no ha repetido; se conoce que Rajoy tenía otros compromisos más acuciantes y don Manuel ya no puede levantar la voz. El PSOE en Castilla y León tiene a una mujer, Iratxe García, que va en los primeros puestos y que se ha consolidado; por lo menos Iratxe, de tarde en tarde, le dice a los medios algunas cosas para que se enteren sus electores.
¿Qué decir de Miguel Arias Cañete? Que como ministro de Agricultura debió hacer algunas cosas bien, pero no es lo que piensan los productores de cerdo ibérico de Guijuelo y toda la zona salmantina, quienes lo consideran directamente un enemigo del sector. ¿Le votarán en esa zona?; no creo, más bien lo botarán. Aunque después de demostrar que es un Pitecantropus, y haber dado argumentos a los opositores para no ser elegido comisario europeo, ha andado de mitin en mitin como alma en pena a pesar de su campechanía.
Al tiempo de esta triste realidad, nuestros políticos locales, provinciales y regionales han estado dedicados a la busca y captura del voto. Juan Vicente Herrera lo dejó claro con en el PP de Castilla y León: "tomaremos nota", dijo. O sea, que han andado todos como cocos de un lado para otro dándose a ver. Y los del PSOE, aturdidos aún por el desastre Zapatero, han jugado las últimas cartas para sobrevivir. Y a la espera de las decepciones de los mayoritarios, con la cesta puesta para lo que se caiga o se pierda, están los de IU, Ciudadanos, Vox, Podemos y otros menores. Lo mejor es que España es circunscripción única y a los autonomistas, independentistas y otras yerbas no les queda más remedio que navegar por todo el territorio, aunque sólo sea de oídas. Nos acordaremos poco de Artur Mas, pero si de Cataluña, y de su gente, (alguna admirada y muy querida) que la pobre anda ahora cabizbaja tras el desastre de la temporada del Barça.
Lo mejor de todo es que esta noche, seguro, seguro, ningún partido reconocerá su derrota; todos ganarán. Es el milagro de siempre que supera al de los panes y los peces. Hasta dentro cuatro años nada más sabremos de Europa, excepto que sigue mandando Angela Merkel, una mujer a la que Cañete vapulearía intelectualmente sin ningún problema porque es el redivivo moderno de aquel "a mí, Sabino, que arrollo". Carpetovetónicos que somos sin remedio. Sin remedio y con un futuro muy oscuro.
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