Son innumerables las instituciones e iniciativas culturales, los premios, calles y monumentos dedicados a su nombre. Hay hasta media docena de "casas de Cervantes": en Alcalá de Henares, Madrid capital, Valladolid, Esquivias (Toledo), Cartagena (Murcia) y Vélez-Málaga. Sorprendentemente, al menos a mí me sorprende, no hay ni un solo museo sobre su vida y su obra. Véase lo que en ese sentido pueden dar de sí figuras literarias ilustres como Shakespeare y Mark Twain (Samuel Clemens). Este último, nacido en una pequeña localidad de Missouri llamada Florida, tiene un Museo en Hannibal, otra ciudad de ese mismo estado en la que residió siendo niño y en la que situó la acción de sus primeras novelas. Cervantes no nació en Salamanca, pero estaría justificada la ubicación de un Museo por el hecho de que, polémicas al margen, residió aquí y aquí sitúa alguna de sus obras. En la "Vida de Miguel de Cervantes Saavedra", de 1819, Martín Fernández de Navarrete afirma: "El señor D. Tomás González, catedrático de retórica que fue en aquella universidad nos asegura haber visto entre los apuntamientos de sus antiguas matrículas el asiento Miguel de Cervantes para el curso de filosofía durante dos años consecutivos, con expresión de que vivía en la calle de Moros."
El Museo de Cervantes (con la especificación "de", para no confundirlo con los teatros, comercios y lugares que honran su memoria pero no están dedicados monográficamente a él) podría albergar el mayor número posible de objetos, ropajes, muebles, armas, representaciones de personajes de sus obras, libros, documentos de la época e imágenes sobre rutas, lugares y paisajes cervantinos. La mayoría de las piezas tendrían que ser réplicas, pero, a cambio, disponemos de un acervo inmenso de material auténtico relacionado con el Siglo de Oro y los numerosos filósofos, escritores y artistas que pasaron en aquel tiempo por Salamanca. Y en la fachada debería lucir otra placa con la leyenda sobre la apacibilidad de la vida salmantina, como la que actualmente se encuentra en la Plaza de Anaya.
Podría aprovecharse el octavo centenario para inaugurar el Museo y celebrar en la Universidad un gran congreso cervantista. Está garantizada su repercusión internacional en el ámbito de la cultura. Atraería muchos investigadores, docentes y estudiosos. Y, quizá, solicitar al Ministerio de Cultura que Salamanca sea excepcionalmente ese año sede de la entrega de los Premios Cervantes.
Si por mí fuera, por su ubicación, capacidad y atractivo arquitectónico, comenzaría a instalar ya mismo el "Museo de Cervantes" en el recién restaurado edificio de la Plaza de Los Bandos. Pero no hay nada que hacer porque ya tiene destino, más de interés político que cultural. En cuatro años hay tiempo de sobra para elegir una sede adecuada.
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