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En busca de la inspiración perdida
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En busca de la inspiración perdida

Actualizado 24/04/2014
Víctor Hernández

Acostumbro a decir que la inspiración es como la brisa de las mañanas de verano, que te acaricia la cara y se va.

La inspiración es, según una de las acepciones de la RAE, el efecto de sentir el escritor, el orador o el artista el singular y eficaz estímulo que le hace producir espontáneamente y como sin esfuerzo.

Es por eso por lo que la inspiración se busca y no siempre se encuentra. Según la tradición griega del oráculo de Delfos, la sibila, antes de realizar su profecía, recibía vapores y humos "divinos" en la caverna dedicada a Apolo, y es de esa acción de tomar aliento e inspirar esos vapores de donde viene lo que hoy conocemos con el término "inspiración".

No quiero decir con esto que para estar inspirado haya que recurrir a sustancias alucinógenas, de hecho, muchos compositores no lo recomiendan si lo que quieres es sacar algo productivo. Otros, sin embargo, no han hecho un solo tema sin estar bajo los influjos de todo tipo de drogas.

En la Inglaterra del siglo XVIII, la psicología, aún en sus humildes comienzos, intentaba desentrañar la naturaleza mística de la inspiración. John Locke explicaba que las ideas están asociadas entre sí y como si de una onda musical se tratara, una cuerda en la mente podía ser alcanzada por una idea resonante. La inspiración es un proceso complejo pero completamente natural: en ella intervienen la asociación de ideas y el pensamiento unísono repentino.

Posteriormente, Sigmund Freud, al igual que otros psicólogos de la época, situaron la inspiración en la psiquis interna del artista, diciendo que era producto de algún trauma de la niñez o de un conflicto psicológico no resuelto, y que la inspiración se originaba en el subconsciente. Y es que Freud veía a los artistas como seres muy especiales y con heridas en el alma.

Como la inspiración residía en el subconsciente, muchos artistas surrealistas buscaban la inspiración en sus sueños, los cuales iban anotando en cuadernos o diarios.

Esas ideas clásicas y románticas son muy bonitas, pero cuando se trata de trabajar con plazos de tiempo establecidos y por encargo, solo te queda la opción de salir en busca de la inspiración poniéndote a trabajar. Cuando no sale la idea musical que te propones, la sensación es frustrante, las horas empleadas en sacar adelante el trabajo parecen perdidas y son, como se dice, gajes del oficio. Pero al final esa sensación de pérdida de tiempo se compensa con la motivación que genera involucrarte en nuevos retos, sobre todo si trabajas en alguna idea, estilo musical o palo que no habías tocado antes y la sensación de escuchar el trabajo completo, una vez concluido. Solo queda esperar la impresión del demandante.

"Si la inspiración no viene a mí salgo a su encuentro, a la mitad del camino".

Sigmund Freud (1856-1939)

"La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando".

Pablo Picasso (1881-1973)

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