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Del federalismo
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Del federalismo

Actualizado 23/03/2014

Si estamos convencidos que el diálogo, la verdad y la justicia son las únicas medicinas para solucionar los conflictos, ¡cómo me gustaría que la receta federalista sirviese para terminar con el problema endémico de las nacionalidades españolas! Supongo que tomaríamos como modelo a la República Federal de Alemania o a los Estados Unidos de América.

Algunos creíamos que después de casi trescientos años de centralismo, la principal causa de descentralización del poder político en la Constitución de 1978 (Artículo 2, Título VIII, Capítulo Tercero), era dar respuesta a los anhelos de las diferentes nacionalidades y regiones que convivimos en España.

Los resultados están encima de la mesa. En estos 36 años el descontento de los nacionalismos periféricos ha ido en aumento. Desde que se aprobó la Constitución, vascos y catalanes se alternan en un pim pam pum al Estado central. Hemos padecido más de treinta años de terrorismo con cientos de asesinatos, chantajes y secuestros, y cuando el via crucis de la violencia ha fracasado, toma el relevo la vía política, manipulando la verdad y enfrentando a unos ciudadanos con otros con fines electorales. Lo importante es seguir moviendo el manzano para justificar puestos, prebendas y salarios.

En segundo lugar, la fragmentación del poder político ha generado baronías territoriales o reinos de taifas que, unidos al sistema electoral de listas cerradas y a la ley D´Hondt, han hipotecado al poder central haciéndolo dependiente de estos señores territoriales, bien sometiéndose a las directrices de los "califas" de su propio partido, o por alianzas con fuerzas nacionalistas que a cambio de su apoyo en las Cortes nacionales, han ido creando estados paralelos e imponiendo en sus feudos políticas ombligueras y antiespañolas.

En tercer lugar, hemos asistido (dejando a un lado la rapiña), a la desviación de la plusvalía generada por el sistema productivo español hacia sectores improductivos y el despilfarro. ¿Cómo? Multiplicando por diecisiete los cargos políticos y los gastos que generan; inventando empresas públicas y privadas parasitarias de lo público, para colocar a los suyos; atizando las brasas nacionalistas (cuando no sepas que decir, háblales de su pueblo); incrementando escandalosamente las nóminas de familiares, amigos y clientes para que les sostengan en el poder, y emprendiendo obras faraónicas, en gran parte inútiles e innecesarias, que les justificasen ante el electorado. ¿Cuáles han sido las consecuencias? Un boom económico ficticio por su endeudamiento (las cajas de ahorro dando ¡más madera!), que unido a la crisis financiera mundial, a una de las mayores quiebras cíclicas del sistema capitalista, a la competencia de los países emergentes y a la deslocalización de las empresas buscando abaratar costes, ha hundido a España.

Y por último, ¿cuáles son las soluciones? Teniendo en cuenta la abrumadora deuda del Estado y los gastos faraónicos del entramado político español que lastran la economía, unos desvían la indignación de la ciudadanía hacia reivindicaciones nacionalistas decimonónicas; otros optan por obtener liquidez vendiendo los escasos activos que aún le quedan al Estado; algunos predican la emigración de la juventud; varios nos quieren hacer creer ¡¡¡qué viene el lobo!!! o que no saldrá es sol sino es por Antequera; los hay que quieren ahorrar eliminando servicios sociales y hasta los que quieren liquidar el Estado del Bienestar.

En cualquier caso, sería de desear que el federalismo fuese sinónimo de sentido común e impusiera moderación y responsabilidad en la gestión pública, terminase con la impunidad, trajese un carretón de lealtad y honradez a este país, permitiera examinar a los opositores en cualquier autonomía en la lengua del Estado, cerrase las embajadas de las comunidades autónomas, disminuyese el número de políticos, frenase los gastos fastuosos, reformase el sistema electoral?

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