El fútbol no solo son los dibujos tácticos con los que la mayoría se entusiasma creyendo que son la piedra filosofal. Pep Guardiola fue entrevistado en FIFA.com: "¿Qué tiene que tener un proyecto para seducirlo?" Y respondió: "Sentirte querido es lo más importante de nuestras vidas, por nuestra gente y por un club? Que te demuestre que te quiere e imaginar que puedes pasártelo bien? La idea es disfrutar del juego". Y yo me pregunto a su vez, ¿Los árbitros de fútbol disfrutan del juego?? ¿Conocen el juego?? ¿Se sienten queridos los árbitros?? ¿Quién quiere a los árbitros??
Se nos olvida que los árbitros son miembros natos del espectáculo futbolístico pero, lo peor, es que se les olvida a ellos mismos. Un partido oficial no se puede jugar sin porteros, tampoco sin un balón reglamentario, y no se puede jugar sin un árbitro colegiado? Además, sus maneras de interpretar el espíritu de las Reglas, su estilo, las directrices que genera, su calidad humana, todo ello condicionará el desarrollo del partido y, por supuesto, del campeonato? De ahí su gran responsabilidad social en el fútbol. Según la IFFHS (Federación Internacional de Historia y Estadística del Fútbol), ningún árbitro español se encuentra entre los 10 mejores del siglo XXI, quizás un síntoma de que en esta disciplina debemos mejorar?
Los árbitros españoles debieran transmitirnos empatía, sensación de autocontrol y confianza en las decisiones, máxima armonía en la manera de impartir justicia. Y como señala Daniel Goleman, experto en inteligencia emocional: "La tarea fundamental del líder es despertar los sentimientos positivos de sus subordinados y ello ocurre cuando un líder produce "resonancia", es decir, el clima emocional positivo, indispensable para movilizar lo mejor del ser humano". ¿Los futbolistas rendirán mejor, o peor, según el árbitro? Desde luego los árbitros tienen que evolucionar, quizás "la belleza de las cosas existe en el espíritu de quien las contempla" y los espectadores tendríamos que ser más condescendientes con los "trencillas". Sin duda, en este apartado, cuánto me gustaría repetir lo de Charles Dickens: "?la verdadera grandeza consiste en hacer que todos se sientan grandes".
Sin duda, son pocas veces las que encontrarán una adhesión tan impensada como la que encontré en el libro "Un balón envenenado", en el que quedó plasmado este poema inédito tan singular:
< En verdad era un hombre muy extraño.
Solamente iba a ver
los partidos de fútbol
para animar al árbitro >.