Como cabía esperar en estos tiempos de tanta inmundicia ya andan tipejos esperando que el caldo de cultivo histórico que registra la gran guerra mundial, la del 14, conmemore por todo lo alto la tercera guerra mundial cien años después. Un aniversario profético, una efemérides añorada para reventar y hacer estallar de nuevo todo por los aires pues a nadie escapa que de los aires de guerra pervive aún más lo miserable, los negocios exploran el más allá todavía, la ruleta combina todos los elementos y al estado de las cosas se suma el esclavismo de los pobrecitos. Desde aquel asesinato de Sarajevo, los libros de alguna historia databan la espoleta de la I Guerra Mundial y luego ya conocimos que había mucho más detrás que un tiro. Así como los asesinatos del teniente Castillo y el de Calvo Sotelo, no sirvieron de arranque, no, para nuestra guerra incivil, que no, que el motor ya estaba preparado y encendido, cierto es que el huevo de la serpiente está en la incubadora de una Europa incapaz de reconocerse incluso antes de querer ser otra. Europa es un rapto, ya lo dice la leyenda y no se forja sino con guerra, dicen y lo escriben y así lo esperan. ¿O lo desean? Es indudable.
Hace mucho que los gurús lanzan sus dados haciendo creer en voz baja, para que corran el miedo y la voz, que el problema económico, que no es sino una metáfora de los ricos contra los pobres, se arregla con un desastre, con una guerra, un núcleo romántico de la batalla por Europa hasta que los cadáveres lleguen en bolsas de plástico. El experimento ha aguantado en Irak, casi se fuerza en Irán, se pronuncia en Afganistán y se retuerce en el recuerdo inmundo de la guerra en la exYugoslavia, santo y seña de una actitud inhumana sobre la no intervención hasta que la masacre tuviera contenido. Así viene sucediendo en ese gerundio impuesto en África desde que sale el sol hasta el ocaso y ahora se relamen los mismo de siempre ante el mapa que nos ocupa. Se frotan las manos porque era tan necesaria una guerra fría como hacernos entender que vivimos por encima de nuestras posibilidades y que que la crítica es una demagogia o que los alacranes son dibujos animados Con estas mimbres, el cerebro o peor dicho, el cacumen de lo terrible se va instalando en el cuarto de estar o en la barra del bar. La culpa del paro era de los inmigrantes; ahora, a ver si Putin la caga y respondemos al pedo.
Ese es el mensaje de la serpiente para salir de la crisis en tiempos de crisis. He aquí el huevo.