Anuncio de Pasión

Año tras año la tertulia cofrade Pasión edita un cartel que promociona la Semana Santa Salmantina, o para ser más preciso, anuncia la Pasión. Optó hace años por que el cartel fuera pintado o dibujado y comenzó una nómina de artistas plásticos que en completa libertad enriquecen con su estilo esta tradición ya de por sí cargada de arte en tallas, músicas, bordados que hacen única la estética de la celebración.

Este año es José Antonio Muñoz Bernardo quién nos regala su obra Cruz y Capirotes, exquisita muestra de su buen hacer.

Estamos ante un cartel que requiere una mirada atenta pues nada se muestra deforma tan explícita y como buen arte es siempre más importante lo que se insinúa, lo que inspira, eso que siempre queda abierto a la interpretación. Se ha elegido un escenario, uno de los más bellos que la ciudad ofrece, ese cruce donde San Juan deshila su alma en escritura frente al que fuera su convento de San Andrés, detrás de otras cúspides de piedra en filigrana que dibujan la montaña en punta de las catedrales. Solo una técnica tan depurada puede describir tan minuciosamente formas y texturas y solo los ojos de un artista envolverlos con la magia de su luz. Todo se ha traducido a pintura, quiero decir que permanece fresca sin pinceladas insistentes, mortecinas, que el rigor no daña la vibración de materia y colorido, que nada se acaba cuando permanece la vida. Dije color: este que aquí vemos es el color de mi ciudad, oro secular que te recama, que Muñoz Bernardo reparte en facetas como las caras de un diamante acentuando las tonalidades de su luz.

Esas facetas, en la base, se han tornado puntiagudos capirotes, más transparentes que sombríos, que se posan en la piedra como la huella de haber pasado el cortejo, como poso de un recuerdo. Toda esta ciudad antigua está llena de presencias, sombras proyectadas de su historia y al que pasea atento por sus calles salen a su encuentro Teresa, Fray Luis, la agonía, que es lucha, de Don Miguel, está claro que la ciudad se empapó de ese humanismo que tiene en Cristo la estela de un Dios, que nunca fue laica su cultura ni su historia, que recorrerla a ciertas horas es pasear por el interior de un convento donde el silencio parece convertirse en oración.

Bastaría una sensación como esa para concluir que la Semana Santa Salmantina es sobre todo la ciudad, que los siglos se hicieron piedra y la Pasión que anualmente celebramos ya está signada en Compañía, Libreros, Tentenecio, Tavira-Padrenuestro, Vera-Cruz. Que basta solo con ser dignos y ser fieles a esa vibración.

El cartel se ha apartado del anuncio con trompetería y ha optado por el misterio. El algo pasa o ha pasado que el paisaje de la ciudad se rompe o se romperá por unos días y notaremos en las luces y en el aire que algo casi inexplicable vuelve, natural, como la primavera o los vencejos, (otra vez D. Miguel). Me fijo en que el pintor ha querido modificar la escultura que Mayoral hiciera de San Juan de la Cruz, insinuando una especie de Piedad como estatuaria procesional. Levemente. Así Juan, que para mí es el alma, recoge el cuerpo del crucificado, Madre e Hijo, otra vez la mística unidad.

Por el lugar de privilegió que se muestra solo pasa un desfile procesional, el carmelitano Oración en el Huerto, solo una anécdota, el cartel de alguna formauniversaliza la Pasión con la señal más evidente y definida: Una farola convertida en cruz, una cruz para iluminar, luz sobre luz. Si no fuera suficiente tanto prodigio de arte y sutileza, esa cruz basta para anunciar esta Pasión, más en este duro año de crisis que nos amenaza la esperanza.

Y creo que para eso nos sirve la conmemoración de la Pasión, para iluminarnos de esperanza; esto sí que queda explícito en el Cartel de José Antonio Muñoz,. Más allá de capirotes y cruces, vibra una ciudad resplandeciente, me imagino al artista creando este cartel durante este inhóspito invierno pasado, como un crisol refundiendo toda esta claridad. Eso nos queda de este cartel memorable. En Pascua, todo acabará por revivir.