Principia la cuaresma y el nazareno se convierte en el color de moda. Las cofradías entran en plena efervescencia, preparando las procesiones de la próxima Semana Santa, mientras los hermanos procuran expiar sus pecados con triduos, novenas, quinarios, besapiés, besamanos y demás expresiones de piedad popular, porque al cielo, aunque haya quien lo niegue, también llega la oración del heterodoxo. Ninguna novedad. La vida sigue su curso al ritmo del calendario litúrgico y el ciclo estacional. Pero en medio de esta rutina, siempre novedosa, surge de vez en cuando alguna noticia que va un poco más allá del devenir cofrade, porque aunque deba ser lo primero, la actividad cofrade va bastante más allá del rezo y la devoción. Y en el Arte y Antropología, lo mismo que en la Historia y Sociología, siempre hay mucha tela que cortar.
Por estas fechas, signadas con el polvo de la ceniza que nos recuerda la precariedad de la vida, andan los cofrades peñarandinos un tanto acelerados. Al menos los que trabajan el año entero, que como en todo lugar son los menos. La razón es que Peñaranda estrena nueva imagen en su Semana Santa y están con los preparativos. Ya sabemos que esto no es ninguna novedad, pero si consideremos que es reestreno más que estreno y que se ha recuperado una imagen del siglo XVII, abandonada durante décadas a las carcomas y arañas de sacristía, la cosa empieza a cambiar. Vaya que sí. Esto no sucede todos los años, ni mucho menos. Incorporar imágenes nuevas es habitual, conseguir la cesión de tallas antiguas con mérito no tanto, y recuperar una que fue y se dio por perdida sucede muy pocas veces. Y en 2014 Peñaranda de Bracamonte ha recuperado para su Semana Santa la imagen de Jesús Nazareno, la de verdad, la que nadie recuerda haber visto en procesión porque andará por las ocho décadas el tiempo que lleva sin salir. La imagen fue realizada por Miguel García en 1643 para la Cofradía de la Vera Cruz y durante tres siglos aunó devociones en torno al misterio de Jesús con la cruz a cuestas, hasta que el deterioro y las series de Olot la arrinconaron en los escondites de la sacristía de San Miguel, junto a otros santos mutilados que espetaban y continúan espetando la falta de respeto que se tiene por el patrimonio.
Hace unos años que a Moisés Pérez, el presi, se le metió entre ceja y ceja que Peñaranda debía recuperar su Nazareno, el de siempre, el que sus ancestros pensaron y encargaron para la Semana Santa bracamontesa. Y testarudo como es él no paró hasta conseguirlo. Más de un año ha empleado Isabel Pantaleón ?que restaura en soledad y encarga las piezas a Miguel Pastor? para devolver a la imagen su aspecto inicial, irguiéndola, eso sí, que antes representaba una caída en el camino del Calvario. Un trabajo extraordinario, el de Isabel, una dedicación encomiable, la de Moisés. Y Peñaranda ha recuperado una pieza clave de su patrimonio artístico, tradicionalmente bastante maltratado por las vicisitudes de todo tipo. Solo por esto merece la pena estar de celebración. La Cofradía de Jesús Nazareno, que se hará cargo de mantener el culto de la imagen, ha hecho una gran contribución a la villa. Si además de lo artístico sirve también para fomentar la devoción a Cristo, en la advocación nazarena, pues mucho mejor, porque a fin de cuentas para eso se crearon este tipo de imágenes.