Camino de la planta superior del edificio histórico de la universidad salmantina llegamos a su escalera. Al instante percibimos que la espaciosa escalera que conduce a la biblioteca ha sido esculpida con alguna finalidad pedagógica. La correcta interpretación de su riqueza alegórica descubre el itinerario propuesto por el Estudio para salir airosamente de las sensuales tentaciones de la vida. Su ascendente lectura es continua invitación ad superos, a ennoblecer el conocimiento que conduce al amor, lo mismo que la lectura ad inferos, nos devuelve al amor sensual, biología y la pasión que nos disocian y arrojan al final funesto simbolizado en la calavera y la rana.
El amor puro, la más bella conquista humana, se encuentra allá, coronando el último tramo de la escalera, en su tercera y triunfadora pilastra. En la pilastra final se encuentra la motivación última de un peregrino al que espera un largo y arduo camino en su arranque de escalera. Un bordón florecido (vara de Aarón, presagio del amor-eterna primavera) y el noble son de la trompeta, opuesta a la simple y plebeya cornamusa, acompañan el inicio de la ascensión del estudiante.
Nuestro estudiante y peregrino, homo viator inconformista, de esta manera dispuesto a la más necesaria conquista, acomete una ascensión penosa que va a poner a prueba su prudencia, su control pasional y dejando a un lado el canto de la sirena, avistará al fin el amor puro que celebra en lo más alto.
Esta es una alegoría del amor profusamente difundida entre las universidades medievales bajo la influencia de la obra Moralitates de R. Holkot. Tema recurrente el de la escalera que al cabo de cuatro siglos ha encontrado otro genial desarrollo en The Allegory of Love (C.S. Lewis). No podemos alcanzar los peldaños superiores sin dejar atrás los inferiores; en la naturaleza humana se encuentran ambos y todos componen la escalera. Es preciso superar un primer amor hedonista (usar y dejarse usar) y, sin conformarse con el amor romántico, llegar al amor oblativo, altruista, único satisfactorio porque procura el bien ajeno aun a costa del propio.
La escalera de Salamanca nos anima frente a las inercias sociales y los errores de época, a ser actuales. "En el panorama actual, el núcleo amigdalino tiene mucha más influencia en la corteza que ésta en él, por lo cual la activación emocional domina y controla el acto de pensar" (Le Doux). Las piedras del Estudio constituyen un precioso legado para devolvernos la sensatez, hoy inteligencia emocional. La andadura del peregrino a lo largo de la escalera muestra cómo las autónomas, antagónicas e interdependientes instancias razón-pasión pueden integrarse y culminar en final feliz.
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