Con tinta y pluma, con la lengua mordida para biselar las jotas de don Juan Ramón o las "ce" de don Camilo ?CJC, "comer, joder y caminar", dixit? así pasábamos buena parte de nuestra infancia. Pero nosotros éramos muy pequeños para entender a don Camilo y muy listos para darnos cuenta que las primeras líneas de Platero, de JRJ, eran tan maravillosas que nos daba pena seguir leyendo: "Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos?". Así pasábamos las horas de calor de mediodía, afamados en la caligrafía y en la lectura, mientras el maestro echaba una cabezadita. Era la Escuela en el intermedio de los '50 y '60. Y por mucho que me lamente, aquel tiempo no me lo devuelve ni una gripe proustiana que me pillara.
La caligrafía era sagrada, señoritas de Femen. Con diez en caligrafía, diez en lectura, otro tanto en religión y otro diez en los Principios Fundamentales del Movimiento, el resto, Matemáticas, Lengua y Geografía, eran unas marías que solo servían para fastidiar la nota media. Me acuerdo de estas cosas porque cada vez voy siendo menos de mi pueblo y más de mi tierra, esa que espero me envolverá un día allá pasen muchos años.
Comencé hablando de caligrafía y, por ejemplo, sé que a los médicos no les sirvió para nada, pero a mí? a ver si concentro mis denuedos en preguntármelo. Más de cuarenta años me contemplan sin coger una pluma, y las tuve en mis manos hasta de ave, y van para veinte, desde que los ordenadores llegaron para quedarse como las cigüeñas, los que llevo sin hacer uso alguno del bolígrafo. Miento, lo tengo para firmar, sólo y en exclusiva, como ya lo hicieran esos amigos que están "liaos" con las preferentes.
Yo los entiendo. Sé que han podido estar ávidos de firmar si recordamos aquellos días en los que con tanto afán perfilábamos, letra a letra, todo lo que nos ponían por delante, y estos "preferentistas" (¡atención RAE, dar esplendor!) estoy seguro encontraron la oportunidad de presumir de infancia. "¿Qué se cree éste, que no sé firmar?".
Esto mismo les ha pasado a seis millones de parados, que después de tanto rumor, tantas leyes injustas y tantas pérdidas de derechos, en cuanto les pasaron la carta de despido para la firma, esta fue como una liberación: "Si así es la muerte, al menos que me dejen poner un epitafio". Y usaron sus mejores rasgos caligráficos para colocar un "NO CONFORME".
El resto, ya se sabe: La mayoría de los despidos denunciados han sido declarados improcedentes por el abuso de esta Reforma Laboral tan injusta (contra Justicia). Sin embargo, no se entiende que sus jefes, dentro del Tribunal Constitucional, la avalen. Y siendo una sentencia sagrada y por tanto digna de acatarla, yo la acato, pero que alguien me la explique un poco más para entenderla. ¿Qué es lo próximo? No lo puedo remediar, paradójicamente me acuerdo de "Los fusilamientos de La Moncloa", de Goya.
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