Olas de ocho metros, olas de diez metros? el temporal arrasa la costa cantábrica y gallega, olas de hasta trece metros han rebasado los paseos marítimos de San Sebastián, Santander y numerosos pueblos costeros gallegos creando inundaciones y sensaciones dramáticas de auténticos tsunamis. Eso es lo que dice la radio mientras voy conduciendo, después viene la Pilar Rubio con las rebajas del Corte Inglés y seguidamente que Rajoy en su piscina de bolas manda callar a Rubalcaba que anda en la piscina de bolas de al lado. Entre todo este conglomerado noticioso de fin de semana me entero que el talento de un gran actor como Philip Seymour Hoffman se escurre por una jeringuilla de heroína igualito que una diarrea de andar por casa. ¡Vaya por Dios!
Pero no quiero irme por la tangente porque el asunto principal que me trae a cuento es la oposición para medidor de olas. Yo para eso ¡que ni pintado, oiga!, que manejo el flexómetro con una habilidad desconocida. Ya pueden venir ciclogénesis explosivas? las que quieran que yo en un plis plas mido la ola y ya me encargo de hacer negocio con la información, que en días como estos de enfado marítimo, vale un valer.
Le hago ver a mi señora la genial idea de mi nuevo oficio. ¡Pero qué dices hombre!, si las olas se miden con unos aparatos electrónicos que colocan en las boyas. Y, de sopetón, caí del Platero. Hombre ? Mujer: fantasía versus realidad.
Salgo de dos días enteros encamado con temblores discontinuos, fiebre de dientes de sierra, ronquera, dolor de huesos, ensimismamiento cartujo, salivación perruna? Todo tiene una explicación.