Ahora que concluyen las actividades conmemorativas del V centenario de la Catedral Nueva de Salamanca, vengo yo, y titulo este artículo: "Una nueva catedral". ¿Es que ya no valen las dos que tenemos?, ¿es que necesitamos otra más, cuando en contadísimas ocasiones éstas se llenan? No, no voy por ahí. No hablo de catedrales de piedra y arte, no hablo de templos con cimiento, muros, techumbre y torre. Es que yo llamo así a los intentos de plasmar la fe y la evangelización, en los medios audiovisuales contemporáneos, con el objeto de dar honor, gloria y fe de Dios, Jesús, el Espíritu Santo y del hecho cristiano en general y de comunicar al mundo la belleza, la bondad y la verdad de la fe. Son nuevos catecismos, nuevos lenguajes misioneros? Pues eso, nuevas catedrales. Así se lo decía hace poco a Pablo Moreno, de Contracorriente producciones de Ciudad Rodrigo, y el hombre se sonrojaba. Pero, oigan, es que lo creo absolutamente.
El domingo 29 de diciembre, estuve en la presentación de "33, el musical" en el teatro "El Recuerdo" de Madrid. De su nombre, se puede deducir que es un musical sobre la persona y la vida de Jesús, al que la tradición le atribuye esa edad. Para mí, fue como asomarme a una enorme, gigantesca y bellísima catedral.
Por lo visto, lo que yo presencié (junto a más de cuatro mil personas que tuvimos la suerte de participar en las cuatro primeras y únicas sesiones de este evento) no fue el musical propiamente dicho, sino su presentación, en formato concierto. ¡Vaya! Este matiz, hace todavía más increíble la pretensión de este grupo liderados por uno de los sacerdotes de la parroquia de El Pilar de Madrid, llamado Toño Casado, que además es salmantino, para más señas de Pizarrales. Junto a él, un sinfín de colaboradores músicos, cantantes, especialistas en luz, sonido, imagen, vestuario, merchandising, y muchas más artes menores de lo que me atrevo a presentar como el mayor logro del diálogo fe-cultura de los últimos años (teniendo en cuenta que las Edades del Hombre ya han cumplido 25 años y que me perdone el más veterano pero a la vez actual Gaudí por su Sagrada Familia colosal). Quizá sea mucho decir, pero permítanme queridos lectores, este farol.
Dicen que el musical será estrenado y representado, ni más ni menos que en la Gran Vía madrileña. ¡Toma ya! Allí, al lado del "Rey León", del "Hoy no me puedo levantar" y de tantos y tantas otros títulos rompedores, que abarrotan las salas más nobles de la capital española y de los que todo el mundo (incluso la crítica más selecta y especializada) habla, escribe y comenta. Estaremos pendientes de ello, porque seguro, segurísimo, que más de uno, acudirá. Y luego se convertirá en itinerante, seguro y vendrá a las capitales de provincia, que así se siguen llamando las ciudades que no son Madrid, Barcelona y Valencia, en la jerga del mundillo cultural.
Miren ustedes. Probablemente haya que criticar y corregir muchas cosas con respecto al guión, afinar en los matices teológicos, cristológicos, en los enfoques de los personajes? Probablemente quien lo valore desde la técnica musical pueda decir también su "pero?" Lo mismo que los técnicos de sonido, de iluminación, de vestuario, de interpretación vocal, de composición estética, de puesta en escena? de? No me importa. Para mí- más importante que el resultado final ?que sin duda dará mucho que hablar- es el ánimo y el deseo de la pretensión: contar a Jesús, el hombre que ha apasionado el corazón de estos jóvenes. Contar a Jesús en la cultura contemporánea, con los medios y las mañas propias de la cultura contemporánea. Chapeau. ¿Se me entiende? Más claro todavía: Olé. Les digo más: terminé no sólo aplaudiendo, sino diciendo en mi corazón: "Amén".
No dejé de pensar mientras la veía, (por ese reojo del corazón que siempre me lleva a Salamanca, a la pastoral juvenil, a la pastoral universitaria, en fin, a este pequeño mundo en el que gasto mi diario vivir), en nombres concretos de por estos pagos nuestros, que sin duda, serían capaces de hacer algo de estas características, porque ya lo han hecho y porque estoy seguro que lo pueden volver a hacer. Y me he propuesto firmemente hablar con ellos, no sólo para proponérselo, sino para ?humildemente- brindarme a colaborar, aunque sólo sea para tareas menores como escribir una crítica en mi columna cuando se estrene su proyecto.