Ha tenido lugar en el Instituto Azarquiel de Toledo una experiencia educativa que, en su modestia, creemos que sería del agrado del ilustre Al-Zarqali. Estudiantes de bachillerato han participado en un programa educativo para organizar su núcleo afectivo-sexual, desarrollando competencias y permitiendo que se liberen las energías necesarias para el desarrollo personal.
CIRCE, la maga que provee al intrépido Ulises la forma segura de volver a su hogar y no embarrancar en la isla de las sirenas, es el nombre del programa educativo que responde al acrónimo: Cultura, Identidad, Reconocimiento de la fertilidad y Conocimiento Emocional. Tras la explosión hormonal de la pubertad y la no menos explosiva etapa emocional de la adolescencia, nuestros vástagos precisan de cartas náuticas para salir airosos de la singladura sexual ahorrándose tormentos innecesarios.
A modo de píldoras preventivas, tres unidades didácticas pretenden ser aldabonazo eficaz a la inteligencia y al corazón más joven, con los siguientes contenidos: Fisiología de la fertilidad y aprendizaje del amor, Problemas de salud relacionados con la sexualidad y Sexualidad y cultura. Esta iniciativa quiere llevar al alumno y a la comunidad educativa, de forma cordial y clara, una sexualidad inteligible a base de inteligencia emocional capaz de gestionar el impulso sexual de forma que la química del amar y ser amado no se convierta en las diversas formas tóxicas de nuestro tiempo.
Por el scriptorium de Alfonso X el Sabio hemos conocido que Azarquiel aportó una herramienta astronómica de enorme valor: la azafea, una variedad del astrolabio por la que el observador no necesita encontrarse en un lugar determinado para ubicarse, pudiendo usarse en cualquier latitud. Una genialidad para la navegación. Si Azarquiel fue capaz de hallar cuál era el apogeo solar (distancia máxima entre la Tierra y el Sol), hoy precisamos las coordenadas afectivas para poner proa eficaz al amor. Los estilos de vida saludables que propone la salud pública han de vencer una confusión inicial, elemental y habitual: tomar por amor lo que no es sino su antesala o enamoramiento.
El sexo, siempre precoz en la edad adolescente, suele ir acompañado de una promiscuidad y ambas conductas obedecen con frecuencia a un errado planteamiento inicial que explica tantas epidemias visibles (ITS y aborto provocado) y menos visibles ?y no menos importantes?ligadas al equilibrio emocional que acaban con el amor. Cuando eros degenera en tanatos es señal que algo no hemos hecho bien. Hoy sabemos que el impulso sexual se muestra de forma diversa en el chico y la chica. A la inteligencia emocional y al mutuo respeto sigue la complementariedad en la que masculinidad y feminidad se reconocen y plenifican.
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