Se han retirado las luces navideñas que iluminaban nuestras calles. En las casas se recogen los adornos, árboles y belenes. Dejamos atrás los regalos y comidas especiales y nos enfrentamos de nuevo con la cruda y dura realidad de los problemas diarios.
Hemos pasado un año cargado de dificultades, caracterizado no sólo por la crisis económica, sino por la oleada creciente de corrupción generalizada que ha salpicado a instituciones y sectores estratégicos de nuestro país con casos tan llamativos como: Malaya, Gürtel, Bárcenas, Amy Martín, Urdangarín, Fabra, EREs de Andalucía, Blesa, UGT Andalucía, Díaz Ferrán, Palma Arenas, Palau de la Música, Pallerols. Procesos judiciales abiertos a un centenar de ejecutivos y altos cargos de cajas de ahorros, alcaldes y concejales relacionados con el urbanismo y la gestión de los dineros públicos, que han causado gran conmoción entre la ciudadanía.
Mucho me temo que en 2014 nos vamos a encontrar más de lo mismo, a la vista de cómo se van desarrollando los procesos judiciales abiertos, en los que vemos como los implicados salen absueltos en muchos casos o con penas muy leves en otros, dando la impresión que la justicia, en nuestro país, no es igual para todos y que sale muy barato delinquir para algunos dependiendo que lugar ocupen en la sociedad.
Con todo lo que ha caído y lo muchos que aun ignoramos, nuestros políticos siguen sin ponerse de acuerdo para desarrollar leyes que de una vez por todas pongan coto a la corrupción, dando la sensación que sus propios partidos amparan, en no pocas ocasiones, a los corruptos.
Quedan muchos problemas por resolver, a pesar de los buenos augurios y propósitos del Presidente del Gobierno en su última y única rueda de prensa "con preguntas" ante los medios de comunicación, en la que afirmaba, sin más argumentos que la mera retórica, que este año será el de la recuperación económica y en el que dejaremos atrás los miedos e incertidumbres del pasado; entrando en contradicción con la opinión de la mayoría de expertos, que no ven con tanta clarividencia esa recuperación. Se abren, por tanto, muchas dudas e interrogantes y en ese contexto nos vamos a mover.
Millones de personas han comenzado el año sin trabajo y las que sí lo tienen lo inician con salarios más bajos y mayor precariedad laboral. El salario mínimo interprofesional y las pensiones se han visto congelados, al igual que, por cuarto año consecutivo, las retribuciones de los empleados públicos. Nos enfrentamos, por tanto, a decisiones políticas que van a suponer pérdida de poder adquisitivo, subida de precios generalizada, mayor presión fiscal y una pérdida de derechos sociales que van a agravar la ya maltrecha situación económica de muchas familias y poner en mayor riesgo de exclusión a los que menos tienen.
A pesar de las dificultades debemos seguir siendo exigentes, no permanecer adormecidos aceptando como inevitables los nuevos recortes y retrocesos sociales y deberemos seguir luchando solidariamente para que nuestros derechos no sean pisoteados, movilizándonos pacíficamente, para de esta manera no contravenir la futura "Ley de Seguridad" tan innecesaria para la gran mayoría de la sociedad como imprescindible para el Gobierno, por lo que creemos es de justicia.
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