Ya pasó todo: Nochebuena, Navidad, Nochevieja, Año Nuevo y Reyes. Las fiestas se hacen esperar, pero entre los que detestan estas celebraciones por las ausencias y los que las viven intensamente con ilusión infantil, el término medio indica que pasan demasiado rápido y duran siempre más los preparativos que su disfrute? tempus fugit.
Ahora es momento de todo lo que empieza por re-: resaca de Reyes, de alcohol y de kilos de más, recoger el belén y el árbol, rebajas, reciclar envoltorios de regalos y recomponer nuestras vidas para readaptarnos a las rutinas con promesas de gimnasios e idiomas o sin ellas.
Las estadísticas, que son el grado supino de la mentira, aseguran que hemos gastado más estas navidades porque estamos saliendo de la crisis. Lo dicen una y otra vez, tal vez porque a fuerza de repetir una mentira ésta se convierte en verdad, pero es igual que el globo sonda de que hay menos paro aunque casi nadie hable de las condiciones laborales, de la temporalidad, de los sueldos, de los horarios? Imagino que también usted se habrá preguntado alguna vez de dónde pueden salir tantas encuestas si nunca nos han preguntado?
Cómo será la cosa que hasta el reloj de la Plaza Mayor silenció las doce campanadas en Nochevieja para empezar el año lo más disimuladamente posible, sin aspavientos ni jolgorios por si se tuercen tantos buenos augurios.
Hemos llegado a tal punto de normalidad y resignación que ya ni nos creemos que algunos servicios no incrementaran sus precios el 1 de enero, seguramente porque somos conscientes de que pasados unos meses triplicarán su subida para compensar.
Que no nos pase como la pintada callejera que decía que "les quitaron tanto que acabaron quitándoles el miedo", aunque bien podría ser la esperanza y la ilusión?
Ojalá que todos contribuyamos a que este año sea mejor, a que la cuesta de enero sea menos empinada para todos y a que no sólo las estadísticas y las encuestas den buenas noticias, sino que se hagan realidad y sean palpables?