Apasionado del fútbol y de las personas, hace unos años, utilizaba a modo de ejemplo (muy a mi pesar de mis tendencias futboleras), al Barsa como un modelo de desarrollo de recursos humanos. Parto de la firme convicción de que las personas son el ingrediente más importante de las organizaciones, y que por ahora, que sepa yo, no hay objetivo o meta que se consiga sin ellas.
En la exposición, definía las políticas orientadas a las personas que se manifestaban en esta organización. Así, la clave se originaba en la definición de una magnífica cantera: La Masía. Este aspecto, sumamente importante en la generación de efectos en la persona, redunda en la consecución de un objetivo común. De esta manera, no solo funciona como escuela de formación para adquirir un rendimiento profesional o técnico, sino que se configura como una auténtica transmisora de políticas dirigidas al trabajo en equipo, al sentido de pertenencia y a la definición de valores propios, ingredientes estos, mucho más fuertes e importantes que la definición técnica individual. Así, la cantera se convierte en la principal política de recursos humanos: seleccionando, formando y motivando el talento, muy por delante de fichajes externos y de compra de talento. Esto conllevaba la obtención de ventajas competitivas en costes: fundamentalmente los derivados de selección (fichajes) y formación, y ventajas competitivas en diferenciación: obteniendo el mejor capital humano formado en valores, fuertemente ligado a un proyecto a largo plazo (retribución no dineraria) y con un gran sentido del trabajo colectivo.
En los últimos tiempos, vengo observando que estas políticas ya no son tan efectivas (o ya no se llevan a cabo como antes): no salen tantos canteranos, algunos se marchan fuera, van incorporándose más fichajes externos,? Y para colmo los directivos, utilizan un equipo de fútbol como bandera política,?
Afortunadamente la actualidad futbolística, para agrado de muchos, nos ha traído un modelo, que a mí personalmente me apasiona: el Atleti. La organización no solo se ha basado en principios tan importantes como el sentido de pertenencia al grupo y el trabajo en equipo, sino en un sólido liderazgo: su entrenador. A pesar de que su capacidad técnica no era brillante en su época de jugador (aspectos aptitudinales del trabajo), ha sido capaz de transmitir la personalidad que demostraba en el campo: una tremenda solidaridad, una gran capacidad de trabajo, un compromiso ? esfuerzo y dedicación envidiables y un carácter ganador, todos ellos componentes esenciales que derivan en una sola palabra: ACTITUD, esa de la que muchas organizaciones carecen y que ha sabido transmitir a un grupo de personas a través de un eficaz liderazgo y una tremenda motivación, herramientas esenciales a mi entender, para la generación del éxito.
A pesar de las pasiones, y de que el éxito está íntimamente relacionado con las personas y su desarrollo, reconozco que algo de razón tenía Borges cuando decía que "el fútbol son 22 millonarios en calzoncillos corriendo detrás de una pelota"