Cada vez que voy a en escribir pienso que debo hablar del arte de la fotografía, de su masificación como medio de comunicación y de los puntos de contacto entre una fotografía como obra de arte y otra que solo pretenda congelar un instante para el recuerdo, pero siempre hay alguna noticia que me aparta de hacer tal cosa.
Hoy, cuando me disponía a trazar un esquema sobre el maravilloso mundo de la luz grabada, la radio, que está casi siempre puesta en la cocina, vocifera sobre la noticia del día: la marca España está en el entredicho en Panamá.
El presidente panameño, Ricardo Martinelli, viajará a España e Italia para exigir a sus gobiernos que pidan a las empresas que se adjudicaron la ampliación del Canal de Panamá que cumplan con el contrato y se ciñan a su presupuesto original.
"Yo voy a ir a España e Italia a exigirle a estos gobiernos, porque no puede ser que una empresa meta una cantidad enorme de sobrecostos en una obra de ampliación, que es una obra de la humanidad, que cuando ellos licitaron pusieron un precio y ahora van a venir con el cuentito de que están subiendo los precios", declaró Martinelli.
Esto me hace reflexionar sobre los sobrecostos de una y mil obras realizadas en España en los últimos años y, desde luego en las realizadas en esta mi Salamanca con motivo de la tan traída y llevada capitalidad cultural celebrada a bombo y platillo hace tan sólo una década y de la que nos quedan tres edificios casi inútiles por la nula rentabilidad de tenerlos abiertos o los costes tan altos que hay que asumir en tiempos de crisis por el simple hecho de realizar en ellos unos cuantos eventos deportivos, tres conciertos, cuatro obras de teatro y cinco exposiciones.
¿Cuándo nos van a explicar a los ciudadanos de esta muy noble y culta ciudad de Salamanca si se están cumpliendo las expectativas deportivas y culturales para las que fueron creados y construidos edificios tales como el Multiusos Sánchez Paraíso, El CAEM o el DA2? ¿Cuándo van a poner encima de la mesa las cuentas de lo que costaron, los compromisos que adquirieron con los ciudadanos, la rentabilidad que se les ha sacado, lo que cuesta abrirlos todos los días y, por supuesto, la diferencia de los presupuestos iniciales y el costo total acecido?
De aquellos polvos vienen estos lodos. Las empresas españolas se habían acostumbrado a que esto lo pagábamos entre todos, y aquí paz y después gloria. Nunca pasó nada, en la España zapaterista y aznarista "todo iba bien" el país fue regado de miles de obras faraónicas sin el control democrático pertinente, ahora nos las tenemos que comer. Aeropuertos inútiles, centros de arte devaluados, palacios de deportes, centros de interpretación, paradas de autobús donde casi no hay ni autobús y un sin fin de construcciones que conformaron eso que se llamó el "milagro español" que no era otro que el milagro de llenarse los bolsillos unos cuantos, hasta que la burbuja explotó y nos llenó la geografía de mierda corrupta, de deudas insalvables, mientras los más ricos se lo llevaban al extranjero o se benefician de amnistías fiscales.
Si el presidente panameño se pone terco, y tiene sus razones, tendremos otro problema, habremos exportado el pelotazo urbanístico al extranjero, Sacyr, auspiciado por el actual gobierno español y sus "colegas" sabrán huir hacia delante y saldrán airosos, terminarán la obra panameña, no queda otra, y como siempre la terminaremos pagando los de abajo, que para eso estamos, para socializar la pérdidas y privatizar las ganancias (máxima del libre-mercado neoliberal que nos consume). El acuerdo entre los dirigentes de España y Panamá es más que probable, las empresas harán valer sus razonamientos, el contrato saltará por los aires y los demás a rescatar la marca España.
¿Ves querido lector? Ya no me queda sitio para hablar de la luz, ni de la fotografía, ni de arte. La mezquindad de lo prosaico me lo impide, la basura de la marca España huele fatal, aún así, te dejo con una fotografía que hice hace unos días en la tranquilidad del campo salmantino de Morille, hablaré de ello en otra ocasión, si el tiempo no me lo impide.