Cigarros Vs. Alcohol

Después de un largo y duro día, uno de los mayores placeres de mi vida es sentarme en mi taburete preferido de la cocina e incinerarme un "cilindrín", o lo que es lo mismo, saborear un buen Marlboro. Sentir su sabor en mi boca mientras jugueteo con la nube de humo nicotinada que fluye por mis pulmones en cada bocanada, para ser expulsada luego en una gran columna de humazo a reacción, entrecortada por dos o tres aros concéntricos perfectos.

Se de buena tinta, que esta descripción de mi vicio público es, por lo general, una exposición políticamente incorrecta e inmoral, ya que en esta sociedad cuya tendencia de salubridad social raya lo absurdo, no hay cabida para los "apestados fumadores" como el que suscribe.

A lo que iba, reposando mi cuerpo cansado, se me antojó una cervecita de esas de supermercado, que si bien no era gran cosa, sí era asequible para mi maltrecho bolsillo. Cuando más agradable era mi estado, llegando casi a alcanzar el Nirvana, apareció mi buen amado hijo Jorge, y empezó a recriminarme, a toser con aspavientos fingidos y a reprocharme que mi acto de fumador era poco más que un pecado capital, que en su colegio le habían enseñado que fumar mata y mata a los demás, que en sus actividades extraescolares le habían enseñado que el tabaco es lo más perjudicial de esta vida. Cabizbajo, abatido y muerto de la vergüenza porque un niño de diez años me echara tal reprimenda, apago mi tan ansiado cigarro.

Quédome con la mirada perdida fija en la lata de cerveza fresca meditando sobre lo malo, malísimo que soy por fumar. Entonces recordé una conversación que tuve con mi hermana María, ella es trabajadora Social de ARSA (Asociación de Alcohólicos Rehabilitados de Salamanca), sobre los desastres del alcohol. Me comentó que el 80% de la mortalidad entre jóvenes son por causas violentas y que de ellas el 50% se debe al consumo de alcohol y otras sustancias, que los chavales empiezan a beber a la temprana edad de 13 años, que el alcohol constituye "uno de los principales problemas de salud en Europa y es la causa de más de 60 tipos de enfermedades y patologías"; además, el abuso de este tipo de bebidas causa el 7,4 por ciento de casos de mala salud y de muerte prematura, que existe un mayor porcentaje de suicidios entre los adictos a drogas y alcohol. Comentamos que uno de cada tres niños tiene su primera oferta de consumo de bebida alcohólica dentro del ambiente familiar, que el 84.2% de los escolares ha consumido alcohol en alguna ocasión y el 43.9% consume al menos una vez a la semana. Me explicó que el 41% de los escolares se ha emborrachado en alguna ocasión y el 23.6% en el último mes, que el 85% de los casos de maltrato familiar se deben a esta causa, y, lo que más me impactó, es que es la única droga cuyo síndrome de abstinencia puede producir la muerte. Sin embargo, mi hijo no me criticó sobre mi cerveza porque, ni sus profesores, ni su entrenador de fútbol le han hablado de lo nocivo que es el alcohol y sobre todo entre la gente joven.

Nuestros hijos están indefensos ante una ola sin sentido anti tabaquista que obvia la droga legal que destroza al que lo consume y a los que están a su alrededor: El alcohol.

Señores docentes, es su deber moral, asesorar a nuestros vástagos de la importancia que tiene el consumo moderado del alcohol. Déjense de enseñar que el tabaco es la muerte (no menos que un tubo de escape) y céntrense en esa gran lacra juvenil y social que es el alcohol.