Permítanme que les desee Feliz Navidad y un Año Nuevo mucho mejor que éste.
Sí, ya sé que que la cosa no está para alegrías, que estas fiestas se han convertido en el paraíso del materialismo y el consumismo y que las declaraciones de felicidad en los labios de muchos es simple rutina repetida año tras año.
Sin embargo, ¿acaso no es bonito, que aunque sea una vez al año, las personas nos deseemos con cariño algo de felicidad?
Necesitamos hoy un poco de ánimo y un mucho de espíritu infantil para aprender a sonreír de nuevo, a mirar hacia fuera de nosotros y solidarizarnos con los demás seres humanos.
Las fiestas de final de año son un buen motivo para reconciliarnos con nosotros mismos, con nuestras virtudes y con nuestros defectos, para reflexionar sobre lo que tenemos y sobre lo que amamos y ¿por qué no? para intentar mejorar de cara al futuro.
El mundo no es una sucesión de desgracias porque en él habita mucha gente maravillosa a la que queremos, por eso a pesar de todo relajémonos y junto con la familia y amigos brindemos por la Navidad, por un mundo más justo y un mañana mejor para todos.