Nochevieja Universitaria

Mañana, la noche de mañana, tendrá lugar un evento que, como viene celebrándose desde hace años, se ha convertido en tradición entre la población joven de esta ciudad, si entendemos como tradicional algo que tiene continuidad en el tiempo, aunque aún carezca de la longevidad necesaria como para hacerse acreedor del término en sentido estricto.

Los universitarios salmantinos siempre han disfrutado de cualquier acontecimiento festivo a su alcance. Desde aquellos primeros tiempos en que las juergas en tabernas y burdeles obligaban a los regidores a dictar normas y la vigilancia de los hombres del maestrescuela para evitar finales de capa y espada en el Desafiadero, hasta estos jueves de nuestros días en que, de forma más moderada que entonces, se llenan los garitos de jóvenes deseosos de fiesta, pasando por esos días, aún frescos en mi memoria, en que con cualquier excusa, nos armábamos de discos y bebida para celebrar guateques en los lugares más insospechados.

Ahora, los universitarios se han encontrado con la excusa organizada. Empresarios de la ciudad se encargan de canalizar ese espíritu festivo consustancial a la población estudiantil y, aprovechando el cercano final de las actividades académicas y la inminente proximidad de las fiestas con las que concluimos el año (y esto sí que es tradicional), se lanzarán a las calles de la ciudad para celebrar "su" nochevieja, la Nochevieja Universitaria.

Miles de jóvenes, estudiantes o no, venidos de lugares cada vez más recónditos aprovechando medios de transporte variopintos, se concentrarán en nuestra Plaza para celebrar una fiesta en la que quizá lo de menos sea el motivo. Se divertirán y harán de este jueves no un jueves más, sino algo que casi todos recordarán durante mucho tiempo.

Sé que esto supone una molesta alteración de la rutina ciudadana, que el municipio habrá de destinar medios de control y limpieza (como debieron hacer en otros tiempos corregidor y maestrescuela), que muchos de los asistentes excederán las normas y camparán por sus respetos cargados en su mayoría de alcoholes varios, que? Pero, a pesar de todo, será una fiesta, su fiesta.

Yo no estaré, pues se me pasó el arroz, pero, como muchos de los que protestarán por los excesos de estos jóvenes, seguro que disfruté de aquellos años en los que la inconsciencia consentida me permitía hacer de mi capa un sayo y ser tan inconsciente como ellos. ¿Quién de mi edad, que ya va siendo de canas, no hizo fiestas sin motivo alguno? Recuerdos que perduran agradables en mi memoria, con amigos que aún mantengo.

No quiero que mi alma se acibare, pues lo amargo en estos casos siempre lo asocio al exceso de edad. Por eso, mi deseo, que quisiera fuese generalizado, es que celebren la fiesta como esperan, que la recuerden como parte agradable de sus vidas y que todo sea tal cual se programó. Incluso para quienes de esto harán negocio.

¡Feliz Nochevieja? Universitaria!