Uno tiene la sana costumbre de viajar a Murcia varias veces al año, disfrutar de la familia que allá tiene, y adentrarse por aquellas tierras diferentes, conociendo gentes, modos productivos, climas bien distintos y comportamientos y palabras. Trato de disfrutar todo eso, les aseguro. Pero si hay algo que me resulta difícil de acomodar a mis oídos es el acento (yo, que encima vengo de una tierra donde la pureza del habla dialectal se trasvasó hacia este idioma universal y tan ampliamente reconocido). Me resulta muy difícil captar por el acento todo un discurso en panocho y, si encima se adoba con multitud de localismos, pues más aún. Y conste que siempre me esfuerzo por hacerlo.
De repente, un día cercano, reciente, recorriendo huertas habituales por tierras del profundo interior murciano, entre limoneros, disfrutando como suelo hacer allí, me regalan una palabra que hice propia al instante: alcanzavistas. ¿Y se imaginan su significado? No se refiere a un lugar elevado o el nombre de un pájaro peculiar, que no, aunque pudiera parecer algo de eso. La referencia en cuestión es la denominación localista de una artilugio relativamente moderno y no demasiado usado, si no es para usos militares o cinegéticos, primordialmente. Se trata de los binoculares o prismáticos. Allí, en esa pedanía del interior murciano, se torna desde su significado más morfológico, técnico y habitual del artilugio, hasta el valor de un significado mucho más cercano al uso de dicho objeto. Alcanzar vistas que de otro modo no podríamos ver. Viene a ser eso. No me digan que no tiene lógica y justificación pragmática dicho cambio semántico. Y algo de poético y distinto, también que tiene. Me encantó el palabro y acá que me lo cargué a cuestas (que poco ocupaba en mi escueto equipaje). Casi sin pedirles permiso lo hice. Y lo he estrenado en esta nuestra sección semanal.
Esta vez, atendiendo a las sabias recomendaciones iniciales de César y Fidel, este comentario semanal me sirve para, además de hablarles de algo que me imponía ya el explicarles, no pasarme demasiado de las veinte líneas recomendadas. Así lo dejo hoy, por si otro día me paso más.