El renacimiento de la Universidad de Salamanca tuvo lugar con la llegada de la democracia a nuestro país.
La Universidad se deshizo de las telarañas y del provincianismo de la época franquista y gracias al incremento presupuestario de los diferentes gobiernos pudo modernizar sus facultades y escuelas, montar excelentes bibliotecas y laboratorios de investigación y comenzó a abrirse de nuevo al mundo hispanoamericano y a Europa.
El incremento de estudiantes de Europa, América Latina, Estados Unidos o de otras regiones españolas ha sido constante durante estos años, mientras crecía de una manera importante el esfuerzo investigador de su profesorado hasta convertir a la Universidad de Salamanca en una institución bien colocada nacional e internacionalmente en investigación y en docencia.
La pobre universidad de los años 50 al 70 con una única biblioteca, edificios decrépitos y modestísimos laboratorios ha quedado atrás y hoy en día los salmantinos debemos estar orgullosos de nuestra Universidad y sus logros en docencia e investigación.La Universidad de Salamanca es la primera universidad de nuestra región en producción científica y está entre las primeras en campos tan importantes como el estudio del
español y las ciencias biomédicas.
Hoy en día, la Universidad ya no se sustenta solo en las humanidades en las que siempre ha destacado, sino que está caminando deprisa en los campos científicos, como muestra el progreso notable del Parque Científico de la Universidad en Villamayor.
Cada día cientos de licenciados de América Latina o Europa vienen a Salamanca a completar su formación con los estudios de doctorado o master, como prueba la vitalidad del Centro de Estudios Brasileños, el Instituto de América Latina y Portugal o la propia Casa de Japón.
Algunas personas opinan que la Universidad de Salamanca no tiene suficiente categoría porque no ha generado Premios Nobel en sus aulas, opinión enormemente injusta si tenemos en cuenta la limitación de los presupuestos de Salamanca frente al de las grandes Universidades de Oxford, Harvard o Cambridge.
Salamanca no puede aspirar globalmente a ser el Oxford español porque para ello necesitaría 100 veces más de presupuesto y el triple de personal docente e investigador.
Nuestro futuro pasa por seguir el proceso de internacionalización hacia Iberoamérica, Europa y Asia, camino ya trazado desde hace años, y por la exigencia a los Gobiernos de una mayor implicación económica en la Universidad y la Investigación.